Edward O. Wilson, reputado entómologo y biólogo americano de la Universidad de Harvard, es mundialmente conocido por su trabajo sobre la evolución de las especies y sus descubrimientos en sociobiología. Wilson acuñó una fantástica teoría denominada biofilia, o el amor innato de los humanos por todo lo viviente y lo natural. Según el científico, los seres vivos –y la naturaleza entera en su diversidad- son capaces de hacernos sentir mejor, de ayudarnos, de arrancar una sonrisa e incluso de intervenir en tratamientos clínicos. El intercambio hombre-naturaleza repercute en la inteligencia, las emociones, la creatividad, el sentido estético, la expresión verbal y la curiosidad.
Sobre esta saludable teoría se asienta la Terapia Asistida con Animales (TAA), una práctica que puede formar parte de un planteamiento asistencial dirigido a todo tipo de personas para ayudar en la prevención y tratamiento de patologías. Consiste en un recurso de apoyo para el trabajo de los médicos y terapeutas de cualquier ámbito, como en el caso de niños con mutismo selectivo, autismo, discapacidad intelectual o parálisis cerebral.
Los co-terapeutas
La mecánica es sencilla: un animal es incorporado como parte del tratamiento, para ayudar al profesional de la salud que dirige la terapia a conseguir sus objetivos en las funciones físicas, sociales, emocionales y cognitivas que requiere el paciente. Es fundamental tener claro que es una terapia dirigida siempre por profesionales de la salud o de la educación. Va más allá que la iniciativa de regalar al paciente un animal de compañía, se trata de un verdadero recurso médico asistencial.
El animal, se convierte en un auténtico co-terapeuta, y posee unas características y aprendizajes inducidos muy concretos. Las TAA más comunes se realizan con perros (canoterapia), conejos , caballos (equinoterapia) y delfines.
A quién está dirigido
La TAA pueden formar parte de programas dirigidos a distintos colectivos de pacientes. Es muy popular su implementación en proyectos con personas mayores solas y residencias geriátricas, enfermos mentales, y niños con necesidades psíquicas y físicas concretas.
Pero existen también programas muy exitosos centrados en otros colectivos especialmente sensibles y necesitados de rehabilitación: centros penitenciaros, pisos tutelados de menores y mujeres y niños víctimas de la violencia de género.Retomando a Wilson, es cierto sin duda: tenemos la huella de la naturaleza en nuestro ADN y la Terapia Asistida con Animales ¡es un recurso completamente a nuestro alcance!
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