Te levantas 20 minutos antes de lo habitual, despacio y decides tomar un tiempo para disfrutar del café. Sales de casa sin correr hacia el transporte público, y optas por simplificar las acciones de lo que resta del día. Tras haber trabajado de manera más organizada, decides pasar tiempo con tus hijos, o con amigos y al final de la jornada, te acuestas con tiempo suficiente para desconectar de cualquier estímulo y gozar de horas de descanso.
Suena fantástico y sencillo a la vez, ¿verdad? Se trata de una serie de conductas a seguir dentro del movimiento slow life, una práctica que aunque parezca que está a nuestro alcance en cualquier momento, requiere de dedicación y disciplina para llevarla a cabo dada nuestra tendencia a vivir a toda velocidad.
El movimiento slow tiene sus orígenes en Italia en los años 80 como consecuencia de la apertura de restaurantes de comida rápida y el auge de la globalización. Fue entonces cuando el movimiento se expandió e introdujo en diferentes ámbitos de nuestra vida: nuestra alimentación, trabajo, estudios, horas de ocio, relaciones sociales… Se trata de un estilo de vida que busca la desaceleración de nuestro día a día, motivando la concienciación y percepción de nuestras acciones, siendo conscientes del uso de nuestro tiempo y en qué lo empleamos.
Si al leer esto crees que te faltan horas del día para disfrutar de ti mismo o de los tuyos, vives por y para tu trabajo, te sientes saturado por el uso de redes sociales, padeces ansiedad o estrés por compaginar el trabajo y los estudios… Estas son algunas de las ideas que puedes comenzar a implementar para “reducir la marcha” y disfrutar más de tu vida:
- Cambia tus hábitos de sueño. Si decides acostarte más temprano, podrás levantarte más pronto sin demasiados esfuerzos. Esto te permitirá contar con más tiempo desde primera hora del día para desayunar tranquilamente, planificar en una agenda lo que resta de jornada o incluso la semana, o dedicar unos minutos a tu lectura favorita. Recuerda simplificar desde el principio del día, evitando la saturación del “multitasking”.
- Las comidas, sin prisa. Dentro del movimiento slow nos encontramos también con la “slow food”. Comer debe ser un placer y siempre con el fin de saciar nuestras necesidades e ingerir los nutrientes necesarios. El estrés de la vida diaria ha mecanizado nuestras comidas y cenas, restando atención a la calidad de los alimentos y a las relaciones. Dedica tiempo para cocinar comida casera y sobre todo para saborear a la vez que fomentas las relaciones sociales en persona, sin aparatos electrónicos de por medio.
- Busca un hobby o deporte y disfrútalo. Muchas veces nos encontramos ante la situación de sentir que no disponemos de tiempo para realizar las actividades que más nos gustan y más disfrutamos a nivel físico y mentalmente. Patinaje, practicar yoga, ciclo indoor… Encuentra tu afición y emplea horas de tu día en ti.
- Escápate. Si sientes que la ciudad y el trabajo te están saturando, opta por una escapada rural donde puedas desconectar y pasar unos días completamente “slow”. Pasar tiempo en un entorno natural te permite aplicar todo lo que sabes sobre el movimiento slow: vivir sin prisas, apreciando los pequeños detalles, socializar… Y por supuesto una oportunidad para “desintoxicarte” de teléfonos móviles, internet y redes sociales.
Probablemente el movimiento slow life se presente en tu vida como una oportunidad para pausar el desenfreno de tu día a día y disfrutar de aquello que más te importa. Debes tener en cuenta que las acciones propuestas no deben ser puntuales si lo que buscas es adaptar el movimiento a tu rutina. Sin embargo, debes intentar hacerlo de manera progresiva para que el impacto no sea negativo.
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