null Con los cambios de estación, regresan los resfriados

Lo que conocemos como catarro común una infección vírica del tracto respiratorio superior que se caracteriza por fiebre, tos, estornudos, mucosidad y congestión nasal, dolor de garganta y/o cabeza y malestar general.

Aunque muchos de estos síntomas podrían confundirse con alergia, en el caso del resfriado son más leves, menos duraderos (no suelen exceder de una o dos semanas) y en ocasiones puede aparecer fiebre, mientras que en la  alergia suele predominar un carácter estación a lo incluso perenne. En los niños más pequeños, habitualmente se pueden apreciar determinadas alertas más llamativas pero pasarán desapercibidas otras como el dolor de garganta o de cabeza y el malestar general, que se podrá manifestar en ellos como irritabilidad o llanto.

Habitualmente, los denominados resfriados, son causados por la familia de los , que cuenta con más de 100 serotipos o variedades distintas; de ahí que puedan padecerse catarros de manera frecuente, porque es muy difícil crear defensas para tal variedad de virus.

El tratamiento de este tipo de infecciones es sintomático, según señala la pediatra Iria Rivera.“Esto quiere decir que no tenemos fármacos que eliminen el virus del organismo y que la infección propiamente dicha va a seguir su curso y duración independientemente de lo que hagamos. Lo que sí podemos tratar y minimizar son los síntomas, que resultan molestos y alteran la calidad de vida de los niños y de sus padres”.Tal y como señala la experta, habitualmente se recomienda tratar la fiebre con antitérmicos como el paracetamol o el ibuprofeno, que son los fármacos más habitualmente utilizados en los niños y que también pueden ser necesarios como analgésicos para tratar el dolor o malestar. La congestión nasal puede necesitar aspirado de secreciones puntualmente o lavados nasales con soluciones salinas, especialmente en aquellos bebés pequeños para ayudarles a conciliar el sueño o facilitar la alimentación.

Es muy importante mantener una ingesta de agua adecuada, ya que la fiebre ocasiona una pérdida adicional y también para que las secreciones respiratorias sean más fluidas y fáciles de eliminar.

Los virus que ocasionan las infecciones respiratorias se transmiten sobre todo por las secreciones (mocos, lágrimas, estornudos…) que contaminan las manos (un contacto entre dos manos de tan solo diez segundos es suficiente para transmitirlos) o por la inhalación de partículas en el aire procedentes de la tos. De las manos se trasmiten a las mucosas orales, nasales y conjuntivales, por lo que, cuanto más estrecho es el contacto entre las personas, mayor riesgo existe. Es fácil adivinar, por tanto que los niños son especialmente vulnerables a este tipo de contagios.

¿Deben acudir a la escuela?

Respecto a cuándo un niño resfriado no debería acudir a la escuela, probablemente tenga más que ver con el estado general y lo afectado que esté que por creer que así se evitarán otros contagios. “El problema está en la fase de la enfermedad en la que se encuentre, aunque es difícil de identificar ya que hablamos de los conocidos como ‘períodos de incubación’ a aquellos en los que ya hemos contactado con el virus y somos contagiosos, pero aún no se han desarrollado los síntomas”.

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