A medida que va desapareciendo el verano vuelve a hacerse necesario cuidar nuestra salud de forma que se adapte a las nuevas condiciones que nos trae esta estación. Los cambios de temperatura y emocionales a los que se tiene que enfrentar nuestro cuerpo tienen consecuencias directas sobre nuestra salud y bienestar.
Por un lado, las temperaturas comienzan a bajar, a menudo de forma traicionera. Es necesario tener en cuenta que, de aquí a diciembre, será una buena idea salir a la calle siempre con alguna prenda más calurosa que nos permita ajustar nuestra temperatura corporal según los cambios de tiempo. Además, los cambios de luz y ritmo desajustan los ritmos del cuerpo y lo hacen más vulnerable.
Debido precisamente a que muchos bajan la guardia, esta es la época en la que se producen más resfriados y afecciones respiratorias, fácilmente contagiables a otros. Por ello, cuidar la higiene (lavarnos las manos con frecuencia), evitar las aglomeraciones, hacer deporte y tomar alimentos frescos (especialmente vegetales) para incrementar nuestras defensas, contribuirán a protegernos.
Por otra parte, el otoño es también el momento en que comienza el año académico para niños y estudiantes de todo tipo, y en el que una mayoría de los trabajadores regresan a la oficina. La readaptación a la vida laboral nos puede traer insomnio, estrés, cansancio y, en combinación con el tiempo cambiante, una ligera depresión estacional. La mejor forma de prevenirlo (además de ser consciente de ello) es cuidar el descanso (tomarnos en serio el sueño) y poner cuidado en tener una dieta equilibrada, sin abusar de las grasas y cuidando las verduras.
Dentro de unas semanas, nuestro cuerpo se habrá adaptado por completo. Hasta entonces, prestar atención a nuestra salud nos ayudará a sentirnos mejor y evitar todo tipo de pequeñas molestias que nos hagan perder tiempo.
Escribe un comentario
Tu comentario será revisado por nuestros editores antes de ser publicado. Tu email nunca será publicado.