La previsión social podría definirse como la protección de las personas ante lo que pueda suceder en el futuro, tanto referente a hechos que sean ciertos como la jubilación o el fallecimiento, como aquellos que pueden o no darse, tales como el desempleo, una enfermedad, un accidente o una invalidez.
La Seguridad Social es el organismo que aglutina la previsión social pública en España y cubre todas las contingencias citadas en función de una serie de parámetros establecidos en base a criterios como los años que hemos cotizado y cuál haya sido esa base de cotización. Éste es el esquema que afecta a la mayor parte de los trabajadores pero en determinados colectivos profesionales también puede estar en manos de sus propias mutualidades, como ocurre con arquitectos, ingenieros, abogados o médicos, entre otros.
El otro pilar esencial en la previsión social es la que se ejerce en el ámbito privado, que se encarga fundamentalmente de complementar las prestaciones públicas con aportaciones voluntarias.
Estas aportaciones las puede realizar la empresa para la que trabajamos, bien sea por compromisos adquiridos voluntariamente o por convenios colectivos, y se realizan habitualmente a través de planes de pensiones del sistema de empleo o de seguros colectivos.
El desarrollo de este pilar -que es la previsión social empresarial- es el reto para los próximos años si se pretende que los ciudadanos mantengan su calidad de vida durante la jubilación o en circunstancias adversas como las que se han comentado, puesto que si algo queda cada día más patente es la insuficiencia de los sistemas públicos.
Por último, es importante subrayar que existe un tercer pilar de la previsión social, en este caso el propio ahorro privado de cada ciudadano a título personal. El ejemplo más evidente de esta realidad son las aportaciones realizadas a planes de pensiones o seguros de vida ahorro.
Luis Manuel Martín Olivares
Director de la Unidad de Empresas de PSN
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