El verano nos traslada a un escenario bucólico donde el sol convive, en la mayoría de las ocasiones, con el agua. Con la llegada estival se inicia la temporada de piscina, playa, lagos, ríos, etc. Se trata, en principio, de escenarios de ocio y diversión para compartir con la familia y amigos. Con el propósito de disfrutar de estos momentos estando protegidos, es necesario conocer ciertas recomendaciones básicas sobre cómo actuar ante posibles accidentes.
El problema más grave que nos podemos encontrar en estos escenarios veraniegos es el ahogamiento. La Organización Mundial de la Salud estima que, cada caño, fallecen más de 5.000 personas de entre 0 y 19 años. Las medidas de prevención en playas, piscinas y otros espacios acuáticos se centran, en gran parte, en la población infantil por la repercusión que tienen sobre ella. De hecho, la misma OMS advierte que los ahogamientos suponen una de las principales causas de muerte infantil en el mundo.
Sin embargo, tal y como asume el Ministerio de Sanidad “estos peligros y riesgos se pueden evitar de forma muy sencilla”. Para ello, debemos, en primer lugar, respetar las normas de seguridad siempre. Un ejemplo claro es no bañarse en la playa cuando ondea la bandera roja o tener en cuenta la existencia de carteles de “prohibido el baño” en ríos y pantanos por ser zonas de riesgo.
Conducta A.V.A.: Advertir, Valorar y Adoptar
Como veíamos anteriormente, el primero de los verbos de esta conducta habla de advertir el riesgo. No solo teniendo en cuenta y fijándonos en los carteles que puedan avisar del peligro, siendo también siendo conscientes y haciendo uso del mismo sentido común. Lo que nos lleva a la segunda parte de la conducta A.V.A: valorar los posibles riesgos, para acabar Adoptando una actitud segura.
Las recomendaciones al respecto ponen el foco, especialmente, en las actitudes de padres y madres frente a los hijos. Es importante, así pues, no perder de vista a los más pequeños de la familia y saber, en todo momento, si están jugando fuera o dentro del agua. En caso de querer bañarse, debemos elegir la piscina adecuada a su edad y, si hablamos de la playa, lo más recomendable es que un adulto se bañe junto al infante.
También es muy importante valorar aspectos como la digestión, esperar dos horas después de comer antes de bañarse; protegerse frente a golpes de calor y, sobre todo, optar por la protección solar adecuada; advertir de los riesgos que conlleva bañarse de noche o después de haber bebido alcohol y evitar tirarse de cabeza sin conocer la profundidad o desde balcones, puentes o rocas.
Conducta P.A.S.: Proteger, Avisar y Socorrer
La conducta anterior nos hablaba, fundamentalmente, de medidas de prevención en playas, piscinas, lagos y ríos. Estas recomendaciones se centran en actuar antes del peligro, advertir de los riesgos y estar siempre protegidos y seguros. No obstante, si el accidente finalmente ocurre también debemos conocer cómo actuar en cada caso. Para ello, recurrimos a la conocida conducta P.A.S.
Para empezar, frente a cualquier accidente debemos Proteger a la víctima, trasladándola a un lugar seguro. Si, como estamos viendo, se trata de un escenario acuático es posible que el accidentado se encuentre dentro del agua: lo recomendable es rescatarlo y llevarlo a tierra haciendo uso de salvavidas o flotadores o, en caso de disponer de ellos, cuerdas, palos o ramas. También es importante no poner en riesgo la vida de aquel que intenta ayudar y evitar los llamados “rescates heroicos”.
Tras poner en lugar seguro a la víctima, es importante avisar a los servicios de emergencias. Si no existe nadie de forma presencial, como los socorristas, llama al teléfono de emergencias 112. Es importante que indiques el lugar exacto del accidente o que actives la ubicación de tu teléfono para que puedan localizarte.
Si te mantienes al teléfono en la conversación con emergencias, ellos se encargarán del tercer verbo de esta conducta: Socorrer. En todo momento debes evitar movimientos bruscos con el accidentado y, si está inconsciente, colocarlo en la llamada “posición lateral de seguridad”. En el caso de que la víctima no respire debes iniciar la reanimación cardiopulmonar, conocida por sus siglas RCP. Si sabes hacerla, el Ministerio de Sanidad recomienda “alternar 30 compresiones torácicas a un ritmo de 100 compresiones/minuto, con dos insuflaciones”. Si no sabes hacerla, comprime el centro del tórax a un ritmo de 100 compresiones por minuto hasta que lleguen los servicios de emergencia.
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