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La protección, más necesaria para los autónomos

No es ningún secreto que los profesionales autónomos se enfrentan a multitud de dificultades en su día a día sólo por tener esta condición, si cabe, más aún en España. A las cotizaciones y el elevado nivel de impuestos a los que han de hacer frente, independientemente de la rentabilidad de su actividad, se unen una serie de carencias en su protección en relación con el ámbito laboral que es más acusada en su caso que en el de los trabajadores del Régimen General de la Seguridad Social, lo que no quiere decir que estos últimos no tengan también que velar por sus necesidades.

 

 

 

Si bien el Estado no otorga un alto nivel de protección a los autónomos, sí es cierto que éstos, acudiendo a las recomendaciones de previsión en su ámbito individual, disponen en todo momento de la posibilidad de acudir al seguro para garantizar que no sufrirán sobresaltos de darse alguna de esas situaciones peliagudas, que en algunos casos son inevitables.

 

 

 

Una de las circunstancias más evidentes es la baja laboral por Incapacidad Temporal. Dado que, en la mayoría de los casos, el 100% de los ingresos del autónomo depende de que se encuentre activo en su puesto de trabajo, se hace aún más imprescindible para estos profesionales protegerse ante esta posibilidad, a la que casi con toda seguridad tendrán que enfrentarse en algún momento de su vida laboral. Existen seguros de IT que complementan los ingresos durante este tipo de períodos, cobrando una cantidad cada día que éste dure y, en algunos casos, complementando también contingencias como la hospitalización o la baja maternal.

 

 

 

En este sentido, también son interesantes los seguros de accidentes, existiendo productos que incluso contemplan contingencias específicas para profesionales. Tanto los seguros de Accidentes como los de Vida suponen una protección muy a tener en cuenta, también por parte de los autónomos, para la protección personal y familiar, ya que no sólo pueden ofrecer cobertura por fallecimiento, sino también ante situaciones de invalidez que impidan trabajar al asegurado.

 

 

 

Sin embargo, la jubilación es quizá uno de los ámbitos más destacados en los que toda la población, pero muy especialmente los trabajadores autónomos, tienen que ser previsores. En primer lugar, porque la demografía y las arcas del sistema público dan claras muestras una futura insostenibilidad, pero en el caso de quienes no pertenecen al Régimen General, porque las cotizaciones que efectúan tienden a no ser las más adecuadas para una jubilación desahogada. Los productos destinados a este propósito son los planes de pensiones, con distinto nivel de riesgo inversor y posibilidades de rentabilidad en función de las necesidades, y los Planes de Previsión Asegurado, que garantizan el interés a percibir asegurando el 100% de las aportaciones. Estos productos, además, ofrecen una interesante fiscalidad durante la realización de las aportaciones, pero si el profesional estima preferible beneficiarse en el aspecto impositivo cuando reciba su dinero, quizá los Planes Individuales de Ahorro Sistemático le resulten más interesantes de cara a recibir una renta vitalicia para complementar sus ingresos.

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