null Bárdenas reales en Navarra: descubriendo la magia de la naturaleza

Cuenta la leyenda que existen paisajes que se extienden más allá de donde abarca la vista, pero lo que no aclara es que es en Navarra donde se esconde uno de ellos. Exactamente, bajo los picos de los Pirineos y junto a la depresión del Ebro, asoma lo que se conoce como Bárdenas Reales de Navarra.

Declaradas Reserva de la Biosfera por la Unesco, están formadas por materiales del Terciario Continental y el Cuaternario, y en ellas el turista descubre al llegar un paraje semidesértico de más de 42.500 hectáreas. Una visión que le dará la sensación de ser transportado a un paisaje casi lunar poblado de barrancos, mesetas planas y cerros solitarios.

La erosión de sus suelos de arcilla, yeso y arenisca, a la que se han sumado otros factores que han derivado en caprichosas formas, las han convertido en atracción turística inigualable. A ello ha colaborado su utilización como escenario del rodaje de alguno de los episodios de la serie Juego de Tronos, además de ser fuente de inspiración para pintores y escritores.

De norte a sur, las Bárdenas Reales se dividen en tres zonas que se pueden recorrer a pie, en bicicleta, a caballo o con vehículos a motor. La zona principal –por la que se accede al Parque Natural de Bárdenas Reales- se conoce como Bárdena Blanca y está definida por cabezos erosionadoes, barrancos secos y aspecto estepario. En esta primera zona resulta indispensable visitar la formación rocosa de Castildetierra.

La segunda zona que es posible encontrar es la meseta llamada el Plano, que se trata de una tierra de cultivo caracterizada por las elevaciones más suaves. Por último, aparece ante el visitante la Bárdena Negra, donde el terreno se oscurece dando paso a los únicos bosques de pino carrasco de la zona acompañados de matorral.

Con el fin de poder disfrutar al máximo de las vistas, a lo largo de todo el Parque Natural hay miradores que permiten distinguir claramente unas zonas de otras. El Alto de Aguilares, ubicado en el Plano, ofrece una visión panorámica de la Bárdena Blanca, aunque en esta zona también hay un increíble observatorio de aves conocido como el Balcón de Pilatos.

Los distintos puntos elevados del Parque ofrecen también esa visión panorámica y desde ahí es posible distinguir las tres reservas naturals que se esconden entre un paisaje semidesértico: el Vedado de Eguaras, un osasis al norte que conserva las ruinas del Castillo de Peñaflor; el Rincón de Bú en la Bárdena Blanca en cuyos cortados se cría el búho real; y las Caídas de la Negra en la Bárdena Negra, cuyo nombre hace referencia a los cortados de hasta 270 metros de desnivel.

Ir acompañado de un guía resulta casi requisito imprescindible si es la primera visita a este paraíso. El parque dispone de guías especializados que, además de evitar el riesgo de perderse, ayudan a interpretar una flore y fauna más propia del desierto africano que del norte peninsular. Hoy día, águilas, buitres, búhos,  avutardas, zorros, gatos monteses, ginetas, anfibios y reptiles campan entre matorrales, sisallares, saladares y espartales.

3 consejos para disfrutar al máximo

  • Si quieres acceder por cuenta propia, recuerda respetar las normas, no transitar fuera de los caminos señalizados, no molestar a los animales y no coger minerales o plantas.
  • Debido a las temperaturas extremas y a las especiales condiciones del terreno, se recomienda evitar visitar este Parque Natural los días de lluvia. La mejor época para adentrarse en las Bárdenas Reales es entre septiembre y junio.
  • Durante la estancia en Navarra también es posible disfrutar de otros lugares de gran belleza, como Ochagavía, en los citados Pirineos, u Olite, al sureste de Pamplona, con su fantasioso castillo, y, por supuesto, una gran gastronomía.

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