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¿Usamos correctamente las cremas solares?

Ya tenemos encima el verano y con él las recomendaciones para disfrutarlo al cien por cien sin riesgos para la salud. Frente al Sol y el calor existen medidas tan sencillas como mantenerse hidratado, pero cuando se trata de cuidar la piel es importante conocer las claves para un correcto uso de las cremas solares. El cuidado adecuado de nuestra dermis no solo es una cuestión de bienestar o de belleza, sino que puede servir para prevenir enfermedades tan importantes como el cáncer de piel. La Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que en 2016, solo en Estados Unidos, se diagnosticarán más de 75.000 nuevos casos.

Factor de protección solar

Se conoce comúnmente como FPS o factor de protección solar al número que indica, en los botes de crema solar, la capacidad de defensa antes los rayos solares. Esta cifra representa un multiplicador de la capacidad de resistencia natural ante el enrojecimiento de la piel. Si una persona con piel clara que tardase diez minutos en quemarse, se protege con un factor 15, su dermis estará segura durante unos 150 minutos. Por supuesto hay muchos matices en función del tono de nuestra piel así como de la intensidad de los rayos solares en el momento de aplicar la protección. Puedes pedir información concreta a tu médico o farmacéutico.

Ten cuidado, pues las lesiones que se producen en la piel son acumulativas y difícilmente visibles, con lo que tardan mucho tiempo en manifestarse y, en la mayoría de las ocasiones, aún más en diagnosticarse.

Falsos mitos sobre las cremas solares

A menudo, tendemos a creer que aplicando varias cremas con diferentes índices de protección podremos estar mejorando esa cifra. Esto es completamente falso y nunca obtendremos mayor protección que la que tenga la crema de mayor FPS.

Es habitual, por otro lado, pensar (o confiar en ello) que solamente aplicándonos crema antes de ir a la playa, piscina o a dar un paseo es suficiente. Simplemente, será conveniente utilizar crema tantas veces como sea necesario. Por ejemplo, en un día completo de playa, donde estaremos expuestos a las radiaciones solares prácticamente toda la jornada, tendremos que aplicarnos protección tantas veces como requiera nuestro tono de piel y el índice protector.

Por supuesto, una vez hayamos disfrutado de un chapuzón en el mar, río o piscina, habremos perdido gran parte de la capa protectora. Muchos productos reclaman ser resistentes al agua pero nunca podrán conservar su efecto completo tras un baño.

Tomar el sol es saludable, pero en su correcta medida y con la protección adecuada. No te engañes por lucir el bronceado cuanto antes, podría derivar en problemas severos y la piel es el órgano más grande del cuerpo. ¡Cuídate y disfruta!

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