null 'Sin médicos ni enfermos'

'Sin médicos ni enfermos'

Reproducimos la tribuna de Miguel Carrero, presidente de PSN, publicado en el Anuario de 'A Tu Salud' de 'La Razón' el pasado 24 de diciembre. La asistencia sanitaria tiene en el acto médico su principal, esencial componente y vertebral integrador. En consecuencia, toda la parafernalia que completa la denominada asistencia sanitaria se entiende y supedita forzosamente a fortalecer el acto médico con un determinado y auténtico fin, que no es otro que promover y preservar la salud, prevenir la enfermedad, curar al enfermo, aliviar el sufrimiento, fortalecer el ánimo e infundir esperanza y consuelo.

El acto médico es esa relación, sincera voluntaria y libre, que pone en convivencia a dos personas, dos seres humanos.Una, el paciente, que sufre, padece y es vulnerable ante el padecimiento y la enfermedad; y otra, el médico, que pone la voluntad, el conocimiento y los recursos para ayudarle. Esa relación profundamente humana y solidaria es la que hace del acto médico el más formidable acto de Humanidad. Es aquello que trae a colación los más poderosos valores y sentimientos humanos: la solidaridad, la fe, la esperanza, la confi anza, la empatía, la fortaleza moral, la dignidad, el respeto a la intimidad e, incluso, la resignación y la aceptación de la enfermedad como una circunstancia vital. 

En tiempos recientes, el desarrollo y progreso de la ciencia y, muy especialmente, la ciencia médica, contempla cambios como la ultraespecialización, los progresos en las técnicas diagnósticas y terapéuticas o en las complejas posibilidades de influir en los procesos naturales mediante manipulación genética.

«La relación médico-paciente

se basa en la confianza

recíproca»

Son estas cuestiones que deben ser permanentemente evaluadas bajo la duda ética permanente. ¿Todo lo que se puede hacer se debe de hacer? Tal vez mucho más preocupante es lo que afecta a la práctica médica, la pérdida de la libre e íntegra voluntad del acto médico, esencial atributo cuya afectación supone un grave deterioro al carácter esencialmente humano de la asistencia. Son atributos esenciales y necesariamente vinculados a una relación médico-enfermo libre, voluntaria y responsable, siempre basada en la confianza recíproca y en la solidaridad, y que hoy, tristemente, están cada vez más desaparecidos.

Me refiero, muy especialmente, a la pérdida de la libre elección de Médico y a la libertad de designación de centro por parte del enfermo. Se ha destruido esta base fundamental en la confianza que genera la empatía de un acto que es necesariamente humano y sin cuyas virtudes se transforma en un mero servicio estandarizado, en una transacción fría y alejada de la imprescindible humanidad que está en lo más nuclear de este acto.

«La pérdida de la libre voluntad

y la mediatización

lastran la profesión»

Dos determinantes presentes en la evolución social de la práctica médica pueden contribuir a desvirtuar lo esencial del acto médico, a comprometer su calidad esencialmente humana. De una parte, el cambio, y me refiero al cambio manipulador y perverso de la mediatización política y administrativa de la asistencia sanitaria que inexorablemente conlleva al deterioro o a la destrucción de la esencia humanitaria, amenazando y poniendo en peligro a un acto esencialmente bueno. De otra parte, la pérdida de la libre voluntad y la mediatización del ejercicio médico frustra y lastra la integridad y la ética del profesional que, desencantado, puede terminar actuando como un elemental funcionario o un producto laboral «sindicalizable», declinando así su motivación vocacional y su inquebrantable responsabilidad profesional. Son amenazas ciertas y hoy presentes que acabarían por destruir la esencia profundamente humana del acto médico. Tal vez el progreso médico, científico y social permitan el día de mañana depositar una moneda en una máquina, poner el dedo y obtener en el WhatsApp o en el email un diagnóstico y un plan terapéutico y/o tal vez escenificarlo en el Metaverso. Ese día no habrá médicos, ni pacientes. Estos últimos serán una especie de deterioro de la masa, del rebaño en el que nos habremos convertido.

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