El sector vitivinícola tiene una gran relevancia en España desde el punto de vista social, cultural y especialmente económico. Y es que somos líderes en cuanto a superficie mundial de viñedo, con más de 950.000 hectáreas dedicadas al cultivo de la vid. Además, nuestro país se posiciona como el tercer mayor productor de vino, con una producción que ronda los 38 millones de hectolitros anuales, además de contar con casi un centenar de denominaciones de origen protegidas. Así lo apunta el último informe sobre la Importancia económica y social del sector vitivinícola en España, elaborado por la Organización Interprofesional del Vino de España (OIVE).
De esta forma, no cabe duda de que el mercado del vino es un sector en auge, aunque la pandemia por la covid-19 haya frenado su crecimiento. Inevitablemente, las restricciones de bares, hoteles y restaurantes han sido las principales causas que están detrás del descenso de las ventas. Eso sí, el coronavirus ha producido un aumento del consumo de vino en el hogar de los españoles, aunque no compensa la caída de ventas global derivadas de la pandemia, según informe Estado del sector vitivinícola 2021, publicado por la EAE Business School.
Una industria en auge
De todas formas, “a pesar de los momentos difíciles que se han vivido en la pandemia, la industria vitivinícola ha demostrado la fortaleza de su músculo industrial y sigue siendo un sector en auge, impulsado especialmente por las exportaciones, que crea muchísima riqueza y se presenta como una oportunidad laboral que cada vez requiere personas más especializadas”, defiende Juan Zaragoza, secretario técnico del Colegio Oficial de Químicos de Murcia.
En la misma línea, Gumersindo Sanabria, presidente Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Agrícolas y Graduados en Ingeniería de la rama Agrícola Castilla Duero, destaca la importancia de que todas las personas involucradas en la elaboración del vino estén cualificadas porque “cuando este proceso está vigilado y controlado por especialistas, el vino respira calidad”.
Todas las voces apuntan hacia la multidisciplinariedad del vino. “Somos muchos los profesionales involucrados en los procesos vitivinícolas: ingenierías, químicos y profesiones afines porque la química está al servicio de la calidad del vino ya que es un organismo vivo, que sigue evolucionando incluso cuando está en la botella”, subraya Zaragoza. Y prosigue: “El químico puede controlar la calidad del producto desde que está en los viñedos, determinando la calidad de la uva, llevándosela al laboratorio. Allí llevará a cabo un análisis físicoquímico para conocer sus compuestos volátiles, responsables del aroma y los fenólicos, que influyen directamente en el sabor del caldo y su perfil. Se trata de conocer todo lo que la tierra le ha transmitido a la uva y garantizar que no haya problemas de contaminación para llevar a cabo la vendimia y la elaboración del vino de forma segura”, explica.
Paralelamente, “los ingenieros agrónomos y los técnicos agrícolas podemos actuar como técnicos de campo, para velar por la utilización de una uva que esté en perfectas condiciones, que no presente hongos o productos fitosanitarios que puedan transmitir problemas a la futura vinificación”, explica José Cuevas, delegado del Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos del Principado de Asturias. Y matiza que ellos son los encargados de “llevar a cabo un control de plagas, aplicar medidas preventivas para evitar problemas con la fauna, además examinar el abonado y el riego”.
Profesiones unidas por un caldo de calidad
“Somos varios los profesionales que tenemos competencias para trabajar en una bodega y que aportamos valor: ingenieros técnicos agrícolas, agrónomos o, por ejemplo, los químicos. Nos complementamos bien, hay mucho trabajo y trabajamos codo con codo con el objetivo de elaborar el mejor caldo posible”, remarca Sanabria.
Otra de las fases importantes del vino son la fermentación alcohólica y maloláctica, “en la que la intervención del técnico cualificado es fundamental, sea químico u otra persona con conocimientos y competencias para llevarlo a cabo. En esta etapa, es necesario pasar el caldo de un depósito a otro para separar del vino aquellas materias sólidas depositadas en el fondo de los recipientes, es decir, el trasiego. Es importante que el técnico controle bien este proceso para lograr un caldo limpio y estable”, aclara Zaragoza. Y detalla que “el diseño del vino lo llevará a cabo un enólogo o profesiones como químicos, agrícolas o agrónomos que tengan formación específica y competencias para desarrollar esta labor”.
Pero para que todo el proceso de elaboración del vino sea posible, se debe haber efectuado un trabajo de ingeniería en la bodega, “una fase en la que se diseña el proyecto, detallando su elaboración y dirección de obra”, defiende Cuevas. Por su parte, Oriol Sarmiento, decano del Colegio de Ingenieros Industriales de Galicia, defiende el papel de estos profesionales ya que “su formación interdisciplinar aporta valor añadido en el diseño, la gestión y el mantenimiento de cualquier explotación vitivinícola, así como el almacenamiento, envasado y distribución del vino”.
En definitiva, “en la era en la que nos encontramos, los equipos multidisciplinares son fundamentales para el éxito de los productos y de los servicios en el mercado. En el caso del vino, existen numerosos profesionales colaborando por que cada denominación de origen, cada bodega, cada vino tenga una excelente calidad”, destaca Sarmiento. Y es que la química y la ingeniería contribuyen a mejorar un sector que tanto nos aporta, porque en palabras de Zaragoza, “dónde hay vino, hay alegría”.
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