El inevitable aumento de la edad media de las plantillas, que discurre en paralelo al envejecimiento de la población, hace cada vez más necesaria la adopción de un nuevo enfoque en la estrategia de recursos humanos de las empresas.
Se trata del Age Management, un concepto centrado en la gestión de la diversidad generacional en el trabajo, acuñado hace tres décadas por el profesor finlandés Juhani Ilmarinen, especialista en medicina laboral. Su importancia es de tal magnitud que la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo ha dedicado 2016 y 2017 a la campaña Trabajos saludables en cada edad.
Tal y como afirma Javier Fernández Canosa, director del Área de Desarrollo de Personas de PSN, “por primera vez, están conviviendo en España cinco generaciones, que han contado con la tecnología como elemento diferenciador entre una y otra”. Los más jóvenes de la generación del baby boom en Europa, nacidos entre la Segunda Guerra Mundial y 1964, están a punto de jubilarse; la natalidad ha descendido de forma sobresaliente y la esperanza de vida se alarga en igual o mayor proporción. Por tanto, a nadie se le escapa que la población activa se achica, las plantillas de las empresas están envejeciendo a ojos vista y la edad de jubilación se retrasará entre uno y tres años en un futuro próximo.
En España tenemos un poco más de margen, ya que la generación mayoritaria es la conocida como X, que agrupa a los nacidos entre 1965 y 1979, aunque hay quien dice que ambas generaciones forman una sola en nuestro país, que llegó tarde al enorme desarrollo –natalidad incluida– que vivió el viejo continente en la segunda mitad del siglo XX.
No obstante, lo que hoy es un margen, mañana será un problema acuciante si no tomamos medidas específicas, puesto que arrastramos una preocupante tasa de natalidad y nuestra esperanza de vida es de las mayores del mundo. De hecho, el consejero de Sanidad de Madrid, Jesús Sánchez Martos, anunció a principios del pasado mes de abril que esta comunidad autónoma es, hoy por hoy, la región europea con mayor esperanza de vida, tanto para los hombres (81,9 años) como para las mujeres (nada más y nada menos que 87,6 años).
Así las cosas, 2015 será recordado como el primer año en que España registró más muertes que nacimientos, un fenómeno que se conoce como crecimiento vegetativo negativo o tasa de reposición negativa. En este contexto, el Instituto Nacional de Estadística (INE) estima que, mientras la media de edad de la población activa rondaba los 40 años en 2011, en 2026 habrá alcanzado los 50. Además, los mayores de 65 años serán el 25,6% de la población española en 2030, un total de 11,7 millones de personas, tres millones más que en la actualidad.
Trabajadores Envejecidos
“El envejecimiento de las plantillas supone un reto para la competitividad de muchas empresas, pero también es fundamental encontrar la forma de que los trabajos sean sostenibles para las personas que los desempeñen. Y que lo sean a lo largo de toda su vida laboral”, explican desde el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo (INSHT). buscar la manera de conjugar ambas necesidades es, precisamente, a lo que se dedica desde hace 30 años el especialista en medicina del trabajo finlandés Juhani Ilmarinen, toda una eminencia en su campo, que ha acuñado el concepto Age Management (gestión de la edad) y ha establecido un indicador fiable, Work Ability (capacidad de trabajo), que permite analizar y valorar en qué medida los empleados de más edad están en condiciones de desarrollar sus cometidos el momento presente y en un futuro próximo (ver cuadro en la página siguiente).
'Work Ability'
Gracias a diversos estudios en los que aplicó este indicador, Ilmarinen consiguió demostrar que dicha capacidad está muy relacionada con la estrategia de las compañías en relación a la organización del trabajo, el ambiente interno, la flexibilidad, las medidas de conciliación familiar, el sistema de competencias y la formación continua, así como el grado de importancia que conceden a la salud de los trabajadores, particularmente desde el punto de vista de la prevención.
Este último punto no es baladí. “Cuando me especialicé en salud laboral, imaginaba que me ocuparía, mayoritariamente, de personas jóvenes y sanas, pero ahora me encuentro con plantillas envejecidas. Y no solo por su edad, sino también por las enfermedades crónicas que padecen, que antes eran raras antes de los 65 años.
Hasta hace bien poco, ni siquiera los médicos especializados nos planteábamos la necesidad de promocionar la salud en el trabajo. Hoy se la plantean hasta los empresarios, aunque ni de forma mayoritaria ni lo seriamente que debieran, teniendo en cuenta que las personas son su mayor activo y, si no las cuidan, se nota”, cuenta el Dr. Jordi Schlaghecke, presidente de la Sociedad Catalana de Salud Laboral.
Por otro lado, Javier Fernández Canosa opina, con respecto a la adecuación de las estructuras y condiciones laborales en función de la edad, que “antes estaban más enfocadas al título académico, a la formación, sobre todo desde el punto de vista salarial. Actualmente, y también debido al continuo desarrollo tecnológico, son la experiencia y el conocimiento los factores que más se ponen en valor”.
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