El envejecimiento de la población y el bajo índice de natalidad que se ha instalado en España hacen que las plantillas de gran parte de las empresas y organizaciones de nuestro país sean cada vez más añosas: de las 40 primaveras de media en 2011 a las 50 que el Instituto Nacional de Estadística prevé para 2026.
Sin embargo, para los especialistas en medicina del trabajo el problema no es tanto la edad como la salud o, mejor dicho, la mala salud. "Cuando me especialicé, imaginaba que me ocuparía, mayoritariamente, de personas jóvenes y sanas, pero ahora me encuentro con plantillas envejecidas. Y no solo por su edad, sino también por las enfermedades que padecen, que antes eran raras antes de los 65 años. Hasta hace bien poco, ni siquiera los médicos nos planteábamos la necesidad de promocionar la salud en el trabajo. Hoy se lo plantean hasta los empresarios, aunque ni de forma mayoritaria ni lo seriamente que debieran, teniendo en cuenta que las personas son su mayor activo y, si no las cuidan, se nota", cuenta el Dr. Jordi Schlaghecke, presidente de la Sociedad Catalana de Salud Laboral y director médico de la consultora PrevenControl.
En este contexto, a los departamentos de Recursos Humanos y a la prevención de riesgos laborales les ha nacido un nuevo retoño: las enfermedades crónicas, directamente relacionadas con un estilo de vida poco saludable, y más concretamente, con el peligroso binomio formado por la mala alimentación y el sedentarismo, que está sembrando una plaga de diabetes, enfermedades cardiovasculares y obesidad de proporciones alarmantes. Todo ello, debidamente aderezado por el auge de la ansiedad y la depresión. Según la Organización Mundial de la Salud, esta última será la primera causa de discapacidad en el mundo en 2030, afecta aproximadamente a una de cada seis personas a lo largo de su vida y ya es una de las principales causas de incapacidad laboral temporal en España.
La repercusión de las enfermedades crónicas sobre las cuentas de resultados, la productividad y la competitividad es un hecho, ya que dan lugar a buena parte de las bajas, aumentan el absentismo laboral y provocan que los trabajadores que las padecen se ausenten para ir al médico unos cuantos días al año. Por eso la figura del especialista en medicina del trabajo va a tener una importancia creciente. "Estoy convencido de que vamos a ampliar nuestras funciones. Cada vez más, seremos el médico de referencia de los trabajadores, por lo que debemos formarnos en el diagnóstico y el tratamiento de las enfermedades crónicas para adaptarnos mejor a las necesidades que requiere cada puesto de trabajo. Nuestro papel no se puede limitar a la revisión anual o a la gestión de las bajas por incapacidad temporal. Los empresarios ya no quieren que los trabajadores tengan que ausentarse cinco días, diez días al año para ir al médico. Si el médico de la empresa lleva su seguimiento, los empleados con patologías de base estarán tranquilos y podrán centrarse en el trabajo más que en la salud", explica el Dr. Jordi Schlaghecke.
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