Durante la próxima madrugada del 28 de octubre nuestros relojes volverán a retroceder una hora para pasar al horario de invierno: a las 3:00 serán las 2:00. Con este pequeño gesto, en muchos casos automatizado por la tecnología, nos enfrentaremos de nuevo a los debates sobre el cambio de hora, y más aún tras la decisión de eliminar estos cambios horarios en toda la Unión Europea.
¿Por qué se cambia la hora dos veces al año?
Conocidos como ‘horario de verano’ y ‘horario de invierno’, adelantamos y retrasamos las manecillas del reloj dos veces al año. Esta costumbre comenzó durante la Segunda Guerra Mundial cuando Alemania y los países aliados la pusieron en práctica para aprovechar la luz solar y ahorrar energía. Posteriormente los días fueron fijados por la directiva Europea 2008/84: el último domingo de marzo y octubre.
En España, además, compartimos el mismo huso horario de Berlín, cuando por motivos geográficos nos correspondería el huso del meridiano de Greenwich. Es decir, nuestro horario “real” debería de coincidir con la hora de Inglaterra, Portugal o las Islas Canarias.
¿Cómo adaptarnos a los cambios de hora?
Más que de trastornos, los expertos hablan de un pequeño ‘jet-lag’ hasta que nuestro cuerpo se adapta a unos nuevos horarios. Concretamente, hasta que nuestro ritmo biológico se acostumbre, podemos sufrir alteraciones en el sueño. Y, como suele ser habitual, los ancianos y los niños son la parte de la población más vulnerable o sensible a estos cambios. Los efectos en la salud de las personas sanas serán mínimos. En estos casos, pueden sentirse más cansadas de lo habitual o estar más desconcentradas. Estos efectos durarán un par de días, máximo una semana, hasta que se equilibre nuevamente el ciclo vigilia-sueño.
No obstante, podemos llevar a cabo una serie de consejos para adaptarnos mejor al cambio de hora y que, de esta forma, modificar las manecillas del reloj no afecte a nuestro día a día:
- Realizar ejercicio de forma regular.
- Mantener unos buenos hábitos en nuestro sueño.
- Evitar bebidas alcohólicas y la ingesta de cafeína, productos que pueden alterar nuestro descanso.
- Dormir entre siete y ocho horas.
- Continuar con un horario de comidas, siguiendo una alimentación saludable.
- Evitar las siestas, sobre todo si son prolongadas, para evitar que influya en nuestro descanso nocturno.
- Adaptarse previamente los horarios. Podemos, por ejemplo, ajustar nuestra hora de acostarnos o comer 10-15 minutos antes o después, en función del cambio horario.
- No olvidarnos de la hidratación.
Relaciones causa-efecto del cambio de hora
Aunque no existen pruebas científicas definitivas que sostengan la incidencia directa y exclusiva del cambio de hora como motivo, sí encontramos diferentes investigaciones que apuntan una relación de causa-efecto. Con la llegada de un largo periodo de días más cortos (horario de octubre) existe la posibilidad de que aumente el número de episodios depresivos.
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