Todos somos conscientes de la necesidad de tener una cantidad de dinero ahorrada para cubrir imprevistos. A pesar de la seguridad que da tener cubiertos los grandes accidentes a través de un seguro o una mutua, siempre tenemos pequeños grandes gastos imprevistos que nos pueden provocar un incómodo agujero en el presupuesto. Para ello, los asesores financieros suelen recomendar habitualmente tener a mano en torno a dos o tres veces la suma de nuestros gastos mensuales a fin de combatir eventualidades, como reparar una caldera del agua, reparar un ordenador o cualquier otro gasto que no tengamos cubierto. Sin embargo, ¿cuándo se produce el caso contrario? ¿Cuándo tenemos aparcado más dinero del necesario?
Si tenemos más del doble de la cantidad prescrita (seis meses de gastos ahorrados) y no tenemos deudas que saldar o carecemos de un seguro de vida, estamos perdiendo la oportunidad de hacer que el dinero ahorrado nos rente. Es el momento de dejar de ahorrar y pensar en invertir. Llegados a este punto, conviene definir qué metas financieras tenemos y dividirlas según su distancia en el tiempo. Las metas a corto y medio plazo (comprarse un coche, dar la entrada para una vivienda o cualquier gran gasto cercano) se abordan mejor ahorrando, ya que este tipo de plazos no dan tiempo a que la inversión madure.
Ahora bien, metas a largo plazo (como pasar una jubilación confortable) deberían abordarse en términos de inversión, ya sea en bolsa o a través de planes de pensiones o seguros de vida. La referencia suele consistir en ahorrar para cualquier meta que tengamos a menos de cinco años e invertir para las mayores de 10. Las intermedias dependerá de nuestra relación con los riesgos implicados. Por dónde empezar y qué tener en mente, lo veremos próximamente.
Vía | Money Advice Service
Más información | Expansión
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