Cansancio, sueño, inapetencia de todo tipo y una letargia casi permanente son algunos de los indicadores de cómo nos está afectando a la salud la llegada de la primavera. Una de sus razones principales son los cambios en la intensidad y frecuencia de la luz, unidos a un tiempo inestable. Después de un invierno en el que el cuerpo se ha acostumbrado a un clima relativamente frío y predecible, adaptarse a los nuevos cambios le lleva un esfuerzo extraordinario que nos puede dejar cansados. El cuerpo se está desperezando.
Una de las mejores formas de contribuir a que este cansancio pase cuanto antes es salir más afuera y exponer más al cuerpo a los nuevos cambios en la presión atmosférica y en la luz ambiental. Hacer ejercicio y combinarlo con comidas ligeras generará por un lado una mayor y mejor circulación sanguínea y estimulará al sistema inmunológico por un lado y, por el otro, facilitará la digestión aligerando la presión sobre el cuerpo en general. Se trata de ayudar al cuerpo a revitalizarse en todo lo posible.
Buena parte de los remedios caseros tienen en común la ingesta de azúcares de mayor o menor calidad (como la jalea real). El azúcar contribuye a elevar nuestro nivel energético y de serotonina en general. Hay que combinarlo con fibra para evitar fluctuaciones bruscas en nuestros niveles de glucosa en sangre. Al mismo tiempo, conviene prestarle atención a la ingesta de agua. Tenemos que beber al menos un litro y medio de líquido diario (sin contar té y café, de efectos diuréticos) para prevenir el cansancio en ese frente.
Si todo lo demás falla, siempre podemos consultar con el médico si nos recomienda tomar suplementos vitamínicos. Con un poco de perseverancia y algo más de actividad es posible pasar casi sin darnos este incómodo momento del año.
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