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Cómo evitar el síndrome postvacacional

Con el fin del verano, un 30 por ciento de los españoles están sintiendo (o pronto se darán cuenta) que les sucede algo extraño. El trabajo les resulta especialmente tedioso, han perdido toda motivación para llevarlo a cabo, les cuesta ir a la oficina, se sienten algo tristes, melancólicos, frustrados y, a veces, les costará conciliar el sueño. Aunque tener un trabajo particularmente repetitivo o un jefe poco estimulante contribuye a estos sentimientos, si esto nos sucede al regresar de las vacaciones no hay por qué preocuparse, ya que deberían desaparecer a los 10 ó 15 días de haber regresado a la rutina laboral.

Es completamente normal sentirse con pocas ganas de volver al trabajo, especialmente si nos hemos tomado unas vacaciones largas. El conocido como síndrome postvacacional, suele afectar con mayor frecuencia a personas entre los 45 y 55 años de edad, aunque cualquiera que no haya descansado bien durante el verano o se haya tomado vacaciones largas puede padecer este cuadro.

El síndrome se debe en buena parte a la dificultad del cuerpo para recuperar la rutina después de haber adquirido nuevos hábitos completamente distintos. El cuerpo sólo necesita 21 días para aprender un nuevo hábito y, si rompemos con nuestras rutinas de sueño y actividad cotidiana es posible que necesitemos reaprenderlas. El cuerpo es siempre reacio a los cambios bruscos, por lo que la transición ha de ser suave a fin de evitar este cuadro. Podemos hacer lo siguiente:

· Dividir las vacaciones a lo largo del año, de forma que no tengamos grandes periodos de golpe.

· Regresar a casa del destino vacacional unos días antes de volver al trabajo para ir adaptándonos a la rutina. Lo ideal sería tratar de llevar un horario más próximo al laboral que al que tuvimos durante el viaje.

· Tomarnos unos días en el trabajo para organizar el trabajo o los encargos acumulados sobre nuestra mesa durante nuestra ausencia. Empezar con el estrés de un montón de trabajo por hacer no ayuda. En este sentido, ordenar nuestra mesa de trabajo y evitar apilar papeles contribuye a mantener la calma.

· Volver a conectar con los amigos o compañeros de trabajo fuera de la oficina, que no todo ha de ser pena y desgarro al volver de vacaciones.

· Recordar las vacaciones y pensar en qué hemos aprendido o qué nos ha gustado de ellas que podamos incorporar a nuestra vida cotidiana.

Eso sí, si notamos una ansiedad difícil de controlar o insomnio, puede convenirnos acudir a un especialista. Sufrir en silencio rara vez ha ayudado a resolver ningún problema.

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