null Cómo dejar de procrastinar

Cómo dejar de procrastinar

Procrastinar es algo más que dejar algunas cosas para más tarde, algo que todo el mundo hace en algún momento. El problema (que tiene un 20 por ciento de la población en general) aparece cuando la sensación de ansiedad y de querer escapar de una tarea que no nos apetece hacer en ese momento se vuelve insuperable y comienza a afectar a nuestro rendimiento y a nuestro bienestar general.

Cuando alguien procrastina, suele sobreestimar su capacidad para llevar a cabo una tarea, el tiempo del que disponen y la motivación que tienen para terminarla. Por otra parte, tienen la creencia errónea de que para realizar un trabajo han de sentirse perfectamente y les tiene que apetecer, y que trabajar sin ganas lleva a malos resultados. Si nos sorprendemos con este tipo de ideas, es posible que estemos procrastinando algo más de la cuenta.

Es importante entender que procrastinar es un hábito que puede reemplazarse a base de ejercitar la fuerza de voluntad, a través de pequeños ejercicios. Es posible recuperar la energía para llevar a cabo cualquier tarea acostumbrándonos a terminar nuestro trabajo. Una buena forma de comenzar es la siguiente:

1- Realizar una lista de cuanto tenemos que hacer: tener una idea precisa de las dimensiones del trabajo nos permitirá planificar mejor nuestras fuerzas y voluntad.

2- Resumir en un par de frases nuestra meta, a fin de no perderla de vista cuando se nos presenten distracciones.

3- Marcarnos metas realistas. Han de abarcar el tiempo y los recursos (materiales y mentales, como la energía y lo descansados que estemos) disponibles.

4- Dividir el trabajo en tareas concretas más sencillas de llevar a cabo.

5- Eliminar las tareas que, honestamente, sepamos que no vamos a llevar a cabo.

6- Comenzar poco a poco con la primera de la lista.

A la hora de trabajar, ayuda tratar de darle un sentido personal importante a la tarea (como tomárnoslo como un reto personal a nuestra fuerza de voluntad) y prometernos alguna recompensa si la llevamos a cabo como queríamos. Nuestras estimaciones nunca son muy precisas. Si destinamos un cierto tiempo a una tarea, conviene duplicarlo para dejar espacio a imprevistos y al cansancio.

A base de práctica, es posible recuperar nuestro autocontrol y dejar atrás la ansiedad constante que caracteriza a los grandes procrastinadores.

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