null Ahorros y la felicidad

Ahorros y la felicidad

Si bien el dinero no da la felicidad, sabemos que, en este mundo material en que vivimos, es al menos una condición de la que es difícil prescindir para obtenerla. El hecho de que las tasas de ahorro tiendan a repuntar tras una crisis económica habla por sí mismo. En este sentido, tener ahorros, una reserva o tener la certeza de poder recurrir al capital necesario en caso de necesitarlo se convierte en un elemento fundamental para sentirnos libres y no temer el futuro.

Para ello, existen varias fórmulas o consejos. Hay quien recomienda ahorrar un cantidad fija mensual (por ejemplo, transferir automáticamente el 10 por ciento de la nómina a una cuenta de ahorros), invertir en productos financieros en busca de una renta, contratar un seguro (solución dirigida directamente al problema de tener dinero disponible en los momentos de necesidad) o simplemente recortar nuestros gastos y utilizar el dinero simplemente para nuestras necesidades. De cualquier modo, es precisamente la tranquilidad ante los imprevistos lo que establece que nos sintamos libres para dedicarnos a aquello que realmente nos haga felices, pues nuestra naturaleza nos empuja a minimizar los riesgos en primer lugar.

A finales de 2013, el banco norteamericano Ally Bank llevó a cabo una encuesta entre 1.000 participantes. Trataron de establecer una relación entre el porcentaje de personas que decían sentirse muy felices y sus ahorros en el banco. Los resultados eran de esperar, ya que el 57 por ciento de quienes tenían más de 100.000 dólares ahorrados dijeron sentirse muy felices, en comparación con el 29 por ciento de quienes no tenían ahorros que dijeron experimentar la misma sensación. Sin embargo, el dato interesante vino cuando se compararon sus ingresos. La felicidad se iba incrementando de acuerdo con el tamaño de los salarios, pero hasta un tope. Más allá de los 100.000 dólares anuales, el porcentaje de personas felices comenzaba a decrecer.

Una forma de entender este dato nos lleva a pensar que es precisamente la sensación de seguridad la que contribuye al bienestar. A medida que vayamos cubriendo nuestras necesidades de seguridad y deseos de nivel de vida, nos iremos sintiendo felices. En el momento en que estas necesidades están cubiertas, necesitamos otras fuentes de felicidad. No todos podemos aspirar a un sueldo de millonario, pero sí podemos contribuir a suplir nuestras futuras necesidades de seguridad a través del ahorro y las buenas inversiones en seguros o invirtiendo en la jubilación.

Escribe un comentario

Tu comentario será revisado por nuestros editores antes de ser publicado. Tu email nunca será publicado.

Este campo es obligatorio.