null El absentismo laboral injustificado y su repercusión en la economía española

El tejido empresarial es uno de los principales valedores del desarrollo económico español y ha mostrado una gran capacidad de adaptación para superar la crisis sufrida durante los últimos años. Lógicamente, las empresas jamás funcionarían sin sus trabajadores y las labores que desempeñan en sus puestos. En gran medida, el protagonismo de la recuperación económica viene de manos de la población activa. Sin embargo, tal y como han recogido los medios de comunicación, en 2018 ha tenido lugar un repunte del absentismo laboral, alcanzando un coste de más de 5.400 millones de euros derivados de horas perdidas injustificadamente por Incapacidad Temporal y otras razones no especificadas.

Estos datos, recogidos en el VIII Informe Adecco sobre Absentismo, se extraen del número de horas perdidas por esos motivos por cada trabajador: 17,2 en 2018, implicando un coste medio de 344 euros por cada uno de los 15,7 millones de asalariados.

El texto alude a la amplia cantidad de conceptos englobados en la definición de absentismo, “la ausencia de una persona de su puesto de trabajo, en horas que correspondan a un día laborable, dentro de la jornada legal de trabajo”, haciendo referencia, igualmente, al carácter deliberado de esas ausencias, por un lado, y a la frecuencia, por otro.

Al hilo de esta definición, el informe introduce otro concepto que supone también una lacra para las empresas: “el presentismo, que puede definirse como el comportamiento consistente en acudir al puesto de trabajo dedicando el tiempo a otros quehaceres no relacionados con el propio puesto de trabajo ni con la empresa”.

La Fundación Adecco estima, dentro de la dificultad para medir este comportamiento (solo un 30,8% de las empresas encuestadas detectan prácticas de presentismo entre sus empleados), un coste de hasta 3.570 euros anuales por trabajador, cuando al mismo tiempo practique presentismo y absentismo injustificado.

“Para la economía nacional, el coste total de ambos fenómenos oscila en no menos de 6.500 y 8.700 millones anuales (0,5%-0,7% del PIB)”. Lo que, afirma el estudio, equivale a un recargo de entre el 27% y el 36% sobre los pagos de Impuesto de Sociedades.

Baja por contingencias comunes

Mucho más llamativo es el dato relativo al absentismo por Incapacidad Temporal por contingencias comunes: según el informe, 85.140,42 millones de euros en 2018, lo que supone un incremento del 10,2% respecto al ejercicio 2017. La cifra aúna las cuantías de las prestaciones correspondientes (cerca de 7.500 millones), el coste directo para las empresas (6.900 millones) y el coste de los bienes y servicios no producidos por esa causa.

Se trata de una serie de procesos que se han incrementado un 12,7% desde el año anterior (superando los 5,2 millones). La Fundación Adecco destaca el hecho de que, al igual que sucede con el absentismo por causas no justificadas, la evolución de estas bajas está muy relacionada con la de la economía estatal, disminuyendo considerablemente en las épocas de recesión económica y aumentando con la recuperación financiera. “Una circunstancia que se explicó, por parte de algunos sectores económicos, por el ‘miedo’ que existía por parte de los trabajadores de perder el trabajo, mientras que otros afirmaron que se produjo por la reducción de un uso inadecuado de la utilización de la prestación correspondiente. Probablemente, ambas causas fueran complementarias para que se produjera esa reducción de absentismo laboral”.

¿Por qué hay absentismo laboral?

El absentismo es un problema que no solo afecta negativamente desde el punto de vista económico a las empresas, sino que repercute directamente en el resto de trabajadores, en su carga de trabajo y en los niveles de estrés que asumen al tener que realizar las tareas que no se pueden postergar.

Si hacemos referencia a la anteriormente citada deliberación a la hora de ausentarse del puesto de trabajo por distintos motivos, el informe hace referencia a varios factores. La falta de motivación, el estrés o las dificultades de conciliación de la vida familiar pueden influir en cierto grado y, en el margen opuesto, se afirma que puede haber una correlación entre la calidad de la cobertura ante incapacidad temporal y la tendencia a que estos procesos sean más habituales.

El problema de las listas de espera

“Desde 2009, el número de días perdidos por una baja de larga duración se ha incrementado en un 19,8%, hasta situarse el año pasado en 275,18 días de duración media como consecuencia de estar el trabajador pendiente de pruebas o tratamientos”. Estos son los demoledores datos que publicó el suplemento sobre sanidad del diario El Economista.

Y es que, si bien el número de bajas de larga duración (más de 90 días) se encuentran en torno al 10% del total, sí que supone casi el 70% de días perdidos por los trabajadores. Según Adecco, fueron 753.000 los trabajadores que no acudieron a su puesto en todo el año.

Una lacra social en la que no existe parte ganadora

El absentismo laboral solamente puede definirse como una auténtica lacra de carácter social. Lógicamente, todo trabajador tiene derecho a ausentarse de su puesto por causas de fuerza mayor o justificadas y recogidas en la legislación, pero también es cierto que en ocasiones las razones no son tal.

Hay ámbitos y sectores en los que el absentismo es poco menos que una costumbre, incluso en ocasiones encubierta por otros agentes, pero incluso cuando no llega a ese nivel, seguimos hablando de un grave problema. Perjudica a quien lo perpetra, imposibilitando un adecuado desempeño y desarrollo profesional y contribuyendo a una cada vez mayor desmotivación en el trabajo. Influye negativamente, de manera indiscutible, en el resto de empleados, que además de asumir una mayor carga de trabajo de manera injustificada, puede ver enrarecerse su ambiente laboral. Y finalmente, afecta a las empresas, a la productividad y resultados, lo que no solo repercute en la economía a nivel global, sino que en casos extremos puede volver a las propias plantillas, no permitiendo mejoras en sus condiciones laborales e incluso empobreciendo el mercado de trabajo. Es esencial luchar contra esta lacra, que solo trae perdedores, por el bien de toda la sociedad.

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