La oleada internacional de reformas de los sistemas de pensiones que hemos vivido en los últimos años como consecuencia de las crisis financieras mundiales, nos ha dejado varias opciones y nuevos conceptos con los que repensar el equilibrio de los sistemas de pensiones. Pero, ante todo, tenemos que tener claros los objetivos de este tipo de sistemas. Entre ellos, tal vez el más importante sea la equidad, ya que, el fondo, es un sistema de redistribución de la riqueza, donde las rentas más favorecidas tratan de contribuir a una vejez digna para aquellas de menos recursos.
En este sentido, no existen fórmulas únicas que puedan aplicarse en cualquier lugar con éxito. Es necesario tener en cuenta el modo en que los sistemas a reformar dan respuesta a la pregunta sobre la equidad en dos de sus vertientes. Por un lado, si los contribuyentes perciben que están siendo tratados con justicia, horizontal (mismo trato en las mismas circunstancias) y verticalmente (proveyendo a cada uno según sus necesidades). Pero también, hay que tener en cuenta la equidad intergeneracional. Es decir, el peso que el sistema pone en los contribuyentes más jóvenes a la hora de sostener a los más mayores y las prestaciones que los primeros obtendrán al alcanzar la vejez. El sistema italiano, por ejemplo, toma más de las generaciones más jóvenes de lo que estas llegarán a disfrutar en los años estimados de su vejez.
Para responder al desafío de mantener la equidad a la par que la viabilidad fiscal de los sistemas, varias han sido las propuestas: recortes de prestaciones, aumento de las edades de jubilación o incrementar las contribuciones. Por otro lado, la subida de la edad de jubilación que ya es un hecho real, es considerada la más atractiva por expertos del FMI, debido a que aumenta la recaudación (pues incrementa la masa de contribuyentes) y porque recorta la etapa de retiro (reduciendo la presión sobre los recursos disponibles).
Sin embargo, esta opción también ha de ser modulada para no producir desigualdades. Por un lado, el nivel de ingresos y de educación correlaciona con la esperanza de vida. Por el otro, quienes tengan profesiones manuales exigentes pueden simplemente ser incapaces de retirarse más tarde, debido al deterioro de su salud. Una buena red de asistencia social, una formación profesional que garantice una entrada rápida al mercado laboral y pensiones de invalidez bien reguladas y eficaces son algunos de los instrumentos puedan modular las desigualdades de esta opción.
Otra alternativa es la reducción de prestaciones y la conversión del sistema público en un sistema mixto, con un sector privado que garantice un pilar importante de las pensiones, como se está llevando a cabo con éxito en varios países de nuestro entorno.
Vía | Voxeu
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