El entorno personal y profesional de una persona puede cambiar numerosas veces a lo largo de la vida, por lo tanto es conveniente revisar, de forma periódica, los ahorros destinados a la jubilación. La planificación no es algo que deba limitarse a la contratación del instrumento de ahorro y luego relegarlo al olvido hasta el momento de su cobro, pues el conocimiento de este a lo largo de las distintas épocas de la vida permitirá adecuarlo a las mejores condiciones.
Cualquier experto recomendaría revisar los objetivos, al menos, una vez al año. Es importante conocer si esos objetivos se van cumpliendo, lo que permite ser lo suficientemente ágil para anticiparse o adaptarse a los cambios que se den en el mercado. Es aconsejable revisar el plan financiero una vez al año, pero también se puede hacer de forma semestral o trimestral.
Pero no solo es necesario comprobar el plan de forma temporal, también puede revisarse porque se den circunstancias en la vida que cambien la situación financiera personal de forma importante. Ejemplo de ello es una enfermedad, ya sea propia o de un familiar que dependa del usuario, la pérdida del puesto de trabajo, tanto propio como del cónyuge, la buena nueva de un bebé en casa, etc. Es decir, cualquier situación que signifique una diferencia fundamental entre la situación financiera previa y la actual, cambiando, por tanto, la forma en que se afrontaban ingresos y gastos.
Existen distintas variables que se han de tener en cuenta a la hora de efectuar las revisiones: los objetivos que se han marcado, tanto a corto, como a medio y largo plazo, así como las distintas capacidades de ahorro que, como clientes, se vayan teniendo a lo largo de la vida: por mejoras laborales, despidos, nuevos hijos o la adquisición de una vivienda, que podría mermar o incrementar la capacidad de ahorro.
Los cambios que se suceden en el tiempo no son la única razón por la hay que revisar los ahorros, también cambia el mercado. Debe tenerse en cuenta la rentabilidad que ofrece un producto a su propietario, pues era un bien determinado en el momento de la contratación en comparación con otros productos que existían en el mercado. Pero esa rentabilidad puede variar, bien porque aparezcan nuevos productos, bien porque otros productos mejoren sus condiciones.
Evidentemente, este tipo de modificaciones son importantes y es necesario gestionarlas cada pocos meses, para poder adaptar el ahorro a los productos más convenientes en cada momento. También hay que tener claras las modificaciones fiscales que se van sucediendo a lo largo de los años, pues estas pueden mejorar o empeorar las condiciones del producto de ahorro que se tiene contratado. Ahí radica la importancia de conocer en cada momento cuáles son las mejores condiciones para la economía personal.
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