En plena revolución industrial, la ciudad de Nueva York recogió uno de los hechos más insólitos para entonces: las mujeres trabajadoras de una fábrica textil organizaron una huelga. El 8 de marzo de 1857 las llamadas garment workers tomaron las calles neoyorquinas en símbolo de denuncia por sus salarios bajos y condiciones laborales. Las huellas de estas mujeres tuvieron repercusión en actos similares posteriores hasta que, durante el Año Internacional de la Mujer (1975), las Naciones Unidas establecen el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer.
“Pensemos en igualdad”
Precisamente desde el organismo de las Naciones Unidas, 44 años después de la proclamación del Día Internacional de la Mujer, este 8 de marzo de 2019 reivindican las oportunidades del futuro en innovación y tecnología, y la necesidad de empoderar a las mujeres en estos ámbitos.
Con el lema “Pensemos en igualdad, construyamos con inteligencia, innovemos para el cambio” Naciones Unidas busca concienciar de la contradicción que supone que, a pesar de las grandes oportunidades que brindan la tecnología y la innovación, las tendencias actuales apuntan a un aumento de la brecha digital y la débil presencia de la mujer en estos campos.
Según el Fondo Monetario Internacional, las mujeres corren el riesgo de quedarse fuera la principal fuerza laboral del futuro: los puestos relacionados con las carreras STEM. Los datos actuales abalan esta suposición: solo el 35% de los estudiantes matriculados en STEM (Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) son mujeres, según un informe publicado por la UNESCO.
Las brechas llegan hasta las pensiones públicas
Las desigualdades salariales entre hombres y mujeres no se limitan únicamente a ciertos campos como el de las ciencias y la tecnología, ni tampoco a un periodo de tiempo presente. También de cara al retiro profesional del futuro podemos encontrar diferencias más que notables.
Los datos públicos de la Seguridad Social muestran una mejoría respecto a años atrás. Sin embargo, hablamos de una mejoría lenta que todavía tiene su visibilidad clara a la hora de comparar la brecha en las pensiones entre hombres y mujeres. Para apreciarlo no hace falta más que comprobar datos generales. Por ejemplo, mientras que la pensión media de los hombres se sitúa en 1.202,5€, en mujeres no supera los 781,6€.
Si nos fijamos en la proporción de la brecha en función de las cuantías más altas, los datos nos dejan un escenario poco igualitario. Por un parte, las mujeres representan el 51,5% de jubilaciones fijadas en 1.000€ máximo. De otra parte, si hablamos de jubilaciones superiores a 2.000€ las mujeres solo acumulan el 19% de las pensiones.
El motivo principal para entender estas desigualdades en cuanto a las pensiones públicas es la carrera profesional de un hombre frente a la de una mujer. Vidas laborales más cortas significa menos años cotizados, mientras que puestos de dirección se traduce en pensiones más altas. El problema, como describía la Comisión Europea, no solo reside entonces en las desigualdades salariales y profesionales del presente, sino que también tiene su repercusión en las mujeres a la hora de su jubilación.
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