Hoy que tanto se habla de resultados de negocio, de entidades cotizadas y de la agresividad de los mercados, queremos detenernos en otro modelo empresarial que lleva muchos años funcionando y, lejos de lo que pueda creerse, cuenta hoy con una vigencia total: el modelo mutual.
Mutualidades y Mutuas son entidades sin ánimo de lucro, constituidas bajo los principios de solidaridad y ayuda mutua, en las que unas personas se unen voluntariamente para tener acceso a unos servicios basados en la confianza y la reciprocidad.
El sector de los seguros es uno de los que cuenta con más presencia de este modelo. Precisamente, el mundo asegurador es de los que con más solvencia está capeando la crisis, algo especialmente apreciable en las mutuas profesionales que disponen de un muy agudo sentido del servicio, concebido y plasmado para cubrir las necesidades concretas de los colectivos que agrupan. Valores como el mutualismo ven reforzada en días como hoy toda la vigencia de su significado.
El elemento fundamental que vertebra el modelo mutual es la ausencia de ánimo de lucro. Así, en los ejercicios en los que estas entidades registran beneficios, éstos van directamente a parar a sus mutualistas, algo que en el resto de compañías redunda únicamente en los accionistas. El caso concreto de PSN es un buen ejemplo. Cada año, la rentabilidad que alcanza la compañía revierte a través de lo que se denomina participación en beneficios en aquellos mutualistas que poseen seguros con esta característica, la mayoría de los que la mutua comercializa.
Otro elemento que podría calificarse de solidario es el denominado valor añadido: servicios ajenos a la propia actividad aseguradora, con los que no se busca el beneficio de la compañía, sino cubrir necesidades propias de su colectivo; en el caso de PSN, escuelas infantiles, gerhoteles para mayores o consultoría profesional, entre otros.
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