Envejecer no tiene por qué ser una triste cuesta abajo hacia la parálisis más absoluta que a veces uno parece escuchar. Si algo define nuestra especie es la de siempre encontrar soluciones para salirse con la suya y hacer lo que quiere. Y después de toda una vida, es corriente que tengamos un buen conocimiento de este arte acumulado. Lo más importante es no tomarse la edad como una derrota o un fin, sino seguir viviendo y resolviendo los problemas cotidianos según surgen.
Tener metas, planes y deseos que llevar a cabo y seguir relacionándonos con gente joven. No nos dejemos encasillar en estereotipos de la tercera edad. Aquí van algunas formas de lograrlo:
· Cuidar el cuerpo: alimentar nuestro cuerpo según sus necesidades del momento, mantenernos activos y dejar los vicios dañinos son el primer paso para recuperar la energía que, nos sorprenderá, aún conservamos.
· Reírnos y ser felices: La risa, el buen humor y el mantener un espíritu positivo no es algo que venga por sí solo. Requiere que nos lo planteemos, valga la paradoja, en serio. Hablar con buenos amigos, hacer cosas que nos gustan, leer buenos libros e incluso meditar puede contribuir a mantenernos de buen ánimo.
· Pasar tiempo con amigos: Existe una idea muy dañina de la vejez que muestra a las personas mayores crecientemente solas. Es cierto que los años pasan y la gente sigue cursos distintos o simplemente desaparece, pero también lo es que nuestra capacidad para conocer nuevas personas se mantiene intacta y perfectamente capaz de traernos grandes satisfacciones.
· Ayudar a los demás: Una de las mayores fuentes de sentido en esta vida es ayudar a los demás. Ser voluntario, animar a un amigo que lo está pasando mal, enseñar a los más jóvenes o proponernos aplicar nuestros recursos y conocimiento a mejorar algo son formas estupendas de recuperar el sentido que podamos haber olvidado tras entrar en la jubilación.
Uno de los miedos más frecuentes entre las personas mayores es el miedo a ser demasiado mayor para relacionarse con aquellos más jóvenes. Pero un espíritu positivo y una mente bien cuidada cada día son la clave para mantener una buena relación con cualquiera y, sobre todo, con nosotros mismos.
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