La esperanza de vida en España es una de las más altas del mundo (unos 82,2 años de media), habiendo crecido unos 10 años en las últimas décadas. Esto se une a las previsiones de Naciones Unidas de que la población mundial por encima de los 65 años se va a duplicar en los próximos 20 años, pasará de 600 a 1.200 millones de personas. Lejos de ser motivo de alarma, este dato, que nos debería hacer reflexionar y prepararnos para el futuro, está teñido de optimismo ya que lleva aparejado un fuerte incremento de la calidad de vida para las personas mayores.
A medida que los economistas determinan el mayor peso y poder económico de los nuevos gerontescentes, como han sido llamados por algún experto, se pone de manifiesto que mantendrán sus hábitos de consumo y que un nuevo mercado dirigido a consumidores mucho más experimentados, con las ideas claras y con necesidades concretas, comenzará a crecer. La maduración de estos nuevos jubilados activos promete revolucionar la estructura social de arriba a abajo y en todos los campos.
Sólo hay un factor de precaución: para alcanzar este momento prometido de jubilación voluntaria y nivel de ingresos asegurado es necesario comenzar a planificar nuestra situación financiera de forma acorde. Sobre todo cuando, y este promete ser uno de los grandes aspectos de las polémicas sobre la jubilación que vienen, sucesivos gobiernos pueden optar por subir las edades de jubilación, lo que implicará la necesidad de trabajar más años para alcanzar las pensiones más completas. Esto último será francamente complicado para aquellos a quienes las reformas cojan en la mitad de su carrera laboral. El crecimiento del sistema de pensiones privado si ofrece una alternativa viable para aquellos que quieran plantearse tomar medidas preventivas.
Vía | El País
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