En plena reforma de las pensiones, y con la vista puesta continuamente en descubrir la medida estrella que permita la sostenibilidad del sistema público, buena parte de la población continúa preguntándose el porqué de la falta de viabilidad económica de las prestaciones del futuro. Además del imparable crecimiento del número de los pensionistas que tienen que percibirlas y la precaria proporción en el número de cotizantes que las sustentan, una de las claves reside en que la jubilación en España se prolonga durante más de 24 años, lo que se debe más a la longevidad que a la aparentemente temprana edad de retiro.
La edad de jubilación legal en España es de 65 años si se han cotizado más de 37 años y tres meses en este año 2021 (66 en caso contrario), si bien la edad efectiva, según datos del informe Pensions at a Glance (OCDE), es de 61,7 años, lo que supone una expectativa de 24,15 años de jubilación. Prácticamente un cuarto de siglo tras la etapa profesional, recibiendo una pensión media de prácticamente 1.036 euros mensuales según los últimos datos de agosto. De este modo, parece que el gasto en pensiones continuará registrando cifras récord mes a mes, más aún teniendo en cuenta que en 2022 el importe de las prestaciones se revalorizará de nuevo con el IPC.
Esos más de 24 años de retiro laboral han colocado a España en el segundo puesto de las jubilaciones más prolongadas, por detrás de Francia, con 24,8 años, y justo delante de Grecia, con 24,1. En última posición se sitúa Corea del Sur con solo 14,6 años, en este caso, totalmente condicionada por la tardía edad efectiva de jubilación, que supera los 72 años.
¿Los españoles nos jubilamos tarde?
A lo largo de los últimos años, los cambios en la edad legal de jubilación, así como diferentes propuestas para continuar elevándola, han movilizado el debate sobre la creencia de que en España nos jubilamos mucho más tarde que en la mayoría de los países de nuestro entorno, mientras que distintos organismos afirman lo contrario. ¿Quién está en lo cierto? Pues si observamos las edades teóricas de jubilación de los diferentes Estados de la OCDE, podríamos decir que nos situamos en un término medio; desde luego, estamos muy lejos de los 49,5 años de Turquía, pero salimos mejor parados que Italia (66,8), Noruega o Islandia (67, edad hacia la que nos dirigimos).
Sin embargo, la situación varía si nos centramos en la edad a la que realmente nos jubilamos en cada país: en este punto, sí se puede decir que estamos entre quienes antes dejamos atrás nuestra vida laboral. De los 34 países recogidos en el estudio, solo seis cuentan con una edad efectiva de retiro más temprana que España: Francia, Grecia, Luxemburgo, Bélgica, Eslovenia y Eslovaquia se mueven entre los 60,5 y los 61,6. En el lado opuesto nos encontramos con la ya citada Corea del Sur (72,3), Japón (69,95) o México (68,9).
En todo caso, una jubilación larga como la española implica la necesidad de unos ingresos complementarios suficientes para minimizar la pérdida del nivel de vida, para lo que el ahorro privado y la autorresponsabilidad se vuelven imprescindibles.
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