En los años de la crisis, fueron muchos los hipotecados que sufrieron contemplando la volatilidad del Euríbor. En tan sólo un año, éste podría dispararse, trayendo consecuencias muy duras para las cuotas hipotecarias de muchas familias. Las hipotecas a tipo variable conllevan una incertidumbre que muchos pueden querer evitar a la vista de lo ocurrido en la última década.
Que un cliente sea incapaz de hacer frente a su hipoteca y pierda su casa es siempre una mala noticia para el banco. Por ello, los bancos españoles están promoviendo un producto que ha pasado desapercibido en los últimos años, aunque muchos se hubieran preguntado por él: la hipoteca a tipo fijo. Consiste simplemente en aplicar un tipo fijo a lo largo del periodo de amortización del préstamo. De este modo, el cliente y el banco siempre saben cuánto va a pagar y pueden realizar sus previsiones.
Aunque el 90 por ciento de las hipotecas que se conceden en España son a tipo variable, las de tipo fijo y a 30 años son uno de los productos más corrientes en EE.UU. En Alemania, el plazo más habitual suele ser de 12 años, mientras que es de cinco en el Reino Unido. Los datos europeos se refieren también a una particularidad de este tipo de hipotecas. Suelen aparejar plazos menores (y, por tanto, cuotas más altas y una mayor cantidad de ahorro previa), así como una cierta vinculación mayor de lo habitual a la entidad bancaria.
Que nos convenga una hipoteca a plazo fijo o no depende de dos factores. El primero, nuestra aversión al riesgo. Si preferimos tener control sobre nuestro gasto en los próximos años, el tipo fijo nos da estabilidad. Por otra parte, es importante tener en cuenta el tipo de interés. Un tipo de interés relativamente alto puede terminar resultando contraproducente si el Euríbor se mantiene bajo y estable en las próximas décadas. Aunque, por otra parte, 30 años son muchos para descartar otra crisis.
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