Las vacaciones tocan a su fin y, con un poco de suerte, hemos logrado descansar y relajarnos. Tal vez incluso tengamos nuevas ideas que queramos poner en práctica en el trabajo. Sin embargo, lo más aconsejable para regresar al trabajo no es lanzarse de golpe a la rutina, sino tomárselo con esa calma que, esperamos, haber recuperado. Los cambios bruscos rara vez son positivos en cualquier situación. Existen algunos trucos para suavizar la transición entre las vacaciones y la rutina laboral.
- Tomarse un día más: alargar las vacaciones un día más o regresar un día antes puede ser muy positivo a la hora de integrarnos. Nos otorga un tiempo precioso para reflexionar sobre nuestra situación, pensar en los retos que nos esperan y aclarar qué esperamos obtener de ellos. En términos prácticos, nos permite hacer todo tipo de recados pendientes o aquellos que hayan surgido mientras estábamos fuera.
- Volver preparados: Regresar al trabajo completamente de nuevas puede no ser la mejor forma de hacerlo. Aún a riesgo de estropearnos el último día, echarle un vistazo al correo el día antes de volver nos permitirá estar prevenidos. Una buena idea es, sin embargo, mantener el mensaje de “fuera de la oficina” un día o dos más. Esto nos dará margen para ponernos al día y planificar el nuevo año sin que clientes o compañeros nos consideren una vez más completamente a su disposición.
- Buscar un nuevo proyecto: Una de las mejores formas de mantenernos motivados es iniciar un nuevo proyecto. Si le dedicamos un par de horas al regreso a pensar una nueva empresa o una nueva forma de mejorar el trabajo o nuestra vida personal, tendremos un extra energético para adaptarnos más rápidamente a la rutina.
- Coger las próximas vacaciones: Decidir y registrar las próximas vacaciones lo antes posible. Todo funciona mejor si sabemos cuándo podremos descansar bien una vez más.
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