Dentro de la protección personal y familiar, garantizar que un percance no implique la pérdida de nuestra vivienda es sin duda una cuestión de vital importancia. El seguro de Vida se ocupa también de este asunto de manera directa cuando tiene lugar la contratación de una hipoteca, ya sea a través de productos más tradicionales en los que el importe de la indemnización se destine al pago de un préstamo hipotecario, o bien mediante seguros de amortización de préstamos especialmente configurados para tal fin.
Más allá de que contar con este tipo de productos su-ponga un ejercicio de responsabilidad, lo cierto es que las entidades bancarias promueven su contratación, en mu-chos casos a través de sus propios seguros, por lo que se trata de una modalidad de aseguramiento que cuenta con gran implantación en nuestro país, si bien los pro-ductos de las aseguradoras pueden ser hasta un 80%más baratos ofreciendo las mismas garantías, según un estudio elaborado por Inese y Global Actuarial.
En cualquier caso, tal y como recoge el informe Los seguros de Vida y las hipotecas, elaborado por Unespa, resulta de vital importancia ser previsores en lo que respecta a la pieza fundamental de un diseño de vida que abarca décadas y, en muchos casos, el conjunto de la vida familiar, como es la adquisición de una vivienda a través de una hipoteca, cuya garantía suele ser el propio in-mueble. Los datos recogidos en el estudio ponen de manifiesto que unas 8.400 familias sufren cada año un percance en forma de fallecimiento o de incapacidad que pone en riesgo el abono de la hipoteca y la seguridad de la vivienda. De ellas, 4.800 cuentan con un seguro que permite saldar la deuda.
Un siniestro cada dos horas
Esas cifras suponen que, en el periodo 2018-2019, cada dos horas tuvo lugar un fallecimiento o una enfermedad grave que afectaban al pago de una hipoteca, con especial incidencia en Andalucía, Cataluña y Comunidad Valenciana, y sobre todo en poblaciones pequeñas.
Se trata de unos datos preocupantes, al igual que el hecho de que dos tercios de estos imprevistos sucedieron con la mayor parte del crédito pendiente de amortizar, lo que podría haber derivado en un verdadero problema en caso de no haber contado con un seguro. Según Unespa, esto puede deberse a un fallecimiento prematuro o, por el contrario, a un capital asegurado que no disminuye a lo largo de los años. En este sentido, la prestación media fue superior a los 28.000 euros, 1,23 veces el salario anual de un trabajador medio.
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