Antonio Macho es decano-presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Químicos de España, y por tanto, el máximo representante de este colectivo, a la vez que presidente de Unión Profesional de Galicia, una asociación que aglutina a más de 40 colegios profesionales de ámbito autonómico. Recientemente ha sido elegido nuevo consejero de Previsión Sanitaria Nacional, con quien mantiene una activa colaboración desde hace años. En esta entrevista con En Confianza, repasa la situación de la profesión y sus principales reclamos, convencido del valor de los colegios profesionales y de la necesidad de un gran pacto de empleo para el colectivo.
La química está presente en muchos ámbitos de nuestra vida pero quizá socialmente no se conoce tanto. ¿A qué se dedican los químicos?
Fundamentalmente la idea que la sociedad tiene del químico es esa persona con pelo rizado y blanco, con bata, que está con tubos de ensayo de los que sale mucho humo y, de vez en cuando, explotan. La realidad es que la profesión química es mucho más transversal y tiene 3 grandes áreas de actuación: la primera es la investigación, aunque es un nicho relativamente pequeño, ya que abarca entre un 8-10% de los egresados. Otro ámbito de actuación es la enseñanza secundaria y universitaria. También representa entre el 8 y el 10%. Finalmente, el restante 80% de los químicos trabajan en la industria: sanidad, alimentación y consumo. Tampoco podemos olvidarnos de la función de los químicos en la prevención de riesgos laborales y en el medio ambiente, que llevan a cabo análisis de riesgos de contaminación y se encargan de la regeneración de suelos contaminados. Y por supuesto, tienen una importante labor en los ámbitos propios de la ingeniería e industria: refinerías, industria farmacéutica, cosmética, adhesivos y productos limpieza. Finalmente, es inevitable destacar el papel del profesional de la química en el mundo del automóvil. De hecho, la parte más importante de la fabricación automóvil es química. Sin ir más lejos, cuando se conforman las chapas para hacer la carrocería es necesario desengrasarlas, embutirlas, limpiarlas, retirar la grasa, fosfatarlas, protegerlas para que no se corroan…
Mucha gente desconoce que la parte más importante de la fabricación automóvil es química
¿Con qué profesiones tiene más interrelación un químico?
Fundamentalmente con las profesiones científico-técnicas: físicos, biólogos y geólogos. En el mundo de la salud con médicos, veterinarios y farmacéuticos. No somos profesión sanitaria pero sí especialistas sanitarios a través del QIR, igual que los biólogos y los físicos. Además, los químicos también intervienen en toxicología y análisis forenses en compañía de otros profesionales sanitarios. La salud pública es otro ámbito de actuación fundamental: control de alimentos, de drogas, bioquímica clínica, inmunología, análisis clínicos, parasitología…
No son profesión sanitaria. ¿Aspiran a serlo?
Los químicos siempre hemos intentado ser profesión sanitaria. Eso sí; no es un objetivo inmediato. Nosotros, por el mero hecho de trabajar en salud y aportar nuestros conocimientos y nuestro enfoque como químicos, nos damos por satisfechos. Lo que sí pretendemos es seguir trabajando como especialistas sanitarios y que no nos dejen atrás.
Ser profesión sanitaria no es un objetivo inmediato, pero no queremos que nos dejen atrás
¿Tienen los químicos buena empleabilidad?
En cuanto a salidas profesionales, considero que hemos tenido un bache con la implantación del plan Bolonia, que supuso la reducción de la formación universitaria a 4 años. También nos influyó que se desgajase de nuestra titulación la especialidad de Química Industrial para constituirse como Ingeniería Química. A pesar de ello es relevante destacar que la industria química genera cerca de 210.000 puestos de trabajo directos y más de 700.000 indirectos. Y el salario medio de estos profesionales es de 38.000€ y el 98% de sus contratos son indefinidos. Basándonos en todos datos, se podría decir que la empleabilidad es buena. Pero entiendo que, desde mi punto de vista como presidente del Consejo General de Colegios de Químicos, la situación no es la mejor. A mi juicio, estas cifras no detallan si todos estos profesionales ejercen de químicos. En muchas ocasiones, me consta, cumplen otros roles porque la titulación de químico, muy versátil, les ha dado la posibilidad de acceder a dicho empleo, en el que no están desarrollando su formación específica como titulados químicos. Y eso, desde mi punto de vista, equivale a dilapidar la inversión pública destinada a la formación universitaria de titulados en carreras científico-técnicas.
¿Qué cree que hace falta para mejorar esta situación?
Es necesaria la puesta en marcha de un gran pacto por el empleo de los titulados universitarios. El problema es que cuando se llevan a cabo estos consensos, solo se reúne la patronal y los sindicatos. Coincido con un planteamiento que he escuchado varias veces de boca del presidente de PSN, Miguel Carrero, que alude que a los trabajadores los representan los sindicatos y a las empresas, la patronal. Pero a los profesionales de las distintas áreas nos representan los colegios.
¿A quién sentaría en la mesa de ese gran pacto por el empleo de los titulados universitarios?
Es necesario que esté la Administración porque es la encargada de diseñar las políticas industriales y que sean acordes con las económicas. La empresa también debe estar presente porque genera empleo cualificado. Pero es fundamental que nos sentemos los profesionales, a través de los colegios, porque somos conocedores de los requisitos y exigencias para fabricar un producto o prestar servicios. Y no nos olvidemos de la Universidad, que provee conocimiento e información académica además de facilitar la inserción de los profesionales en el mercado laboral.
¿Qué ocurre con el intrusismo laboral en la profesión química?
Está ligado a la regulación de la propia profesión y eso lleva implícito que la colegiación sea obligatoria. Si no se consigue, dejaremos de ser profesión para convertirnos en titulación, por lo que el intrusismo laboral estará ahí.
Y en su opinión, ‘los químicos de a pie’ ¿son conscientes del valor que aporta el colegio?
Falta empuje y conocimiento sobre el tema y creo que debe partir de las facultades de Química. También creo que es un problema de ADN de la titulación. Mientras otras profesiones lo tienen perfectamente asumido, en la nuestra no se pone de manifiesto la importancia de la colegiación como vehículo para establecer sinergias entre los profesionales, y dar muestras de unidad, de fuerza, de defensa de profesión y de trabajar conjuntamente en la resolución de problemas. Además, un profesional es aquel que trabaja en la química y que se forma en esta disciplina, ya que considera que puede solucionar y mejorar la calidad de vida de la sociedad. Es una persona que le gusta trabajar, estar al día de los conocimientos y colaborar con otras profesiones para resolver los grandes retos que tenemos por delante. Y esa profesionalidad la controlan los colegios a los cuáles está adscrito. Estas instituciones garantizan a la sociedad que este profesional cumpla los requisitos de formación, ética y buena praxis mediante un control deontológico.
La universidad debería poner en valor la labor de los colegios profesionales
Finalmente me gustaría preguntarle por su recién estrenado puesto como consejero de PSN. ¿Qué considera que puede aportarle a la Mutua?
Considero que como PSN es la Mutua de profesionales universitarios de diferentes ámbitos, mi incorporación como consejero le brindará una perspectiva distinta. Siempre he sido un firme defensor de la multidisciplinariedad. Creo que puedo aportar conocimiento sobre la problemática que tenemos los químicos a la hora de afrontar la profesión. PSN es una compañía puntera y tiene servicios dirigido a los diferentes profesionales universitarios. También desarrolla nuevos productos que pueden captar la atención, en este caso, de los químicos, ya que somos un colectivo con diversas particularidades porque elaboramos proyectos que necesitan tener un respaldo y unos servicios concretos detrás.
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