Además del tremendo dolor que nos causa la muerte de un familiar, existen una serie de trámites y decisiones relacionadas con aspectos económicos que hemos de tomar. No todas han de implicar gastos necesariamente, ya que es posible que nuestro familiar tuviera suscritas más de una póliza de vida.
A diferencia de las pólizas de vida suscritas con seguros convencionales, cuya existencia puede ser fácilmente detectada a través de los pagos mensuales desde la cuenta bancaria, existen una serie de contratos que suscribimos sin prácticamente darnos cuenta. Un buen ejemplo son las pólizas de vida que conllevan algunas tarjetas de crédito, seguros de viaje o incluso aquellas que los bancos piden al firmar una hipoteca.
Pero gracias a la creación en 2007 del Registro de Contratos de Seguros de Cobertura de Fallecimiento del Ministerio de Justicia, resulta más sencillo y seguro indagar en las pólizas que podría haber contratado cualquier fallecido. Es posible tramitar la solicitud de información (la misma que llevan a cabo los notarios en los casos de herencia) a partir de los 15 días posteriores a la defunción, y durante los cinco años siguientes. Es posible llevarlo a cabo online desde la sede electrónica de Justicia o tramitando una serie de formularios en papel.
La gestión puede merecer la pena. Un tercio de las 130.000 solicitudes presentadas el año pasado en España dieron como resultado la existencia de alguna póliza. El pago medio por beneficiario fue de casi 32.000 euros, algo que siempre puede contribuir a una mejor gestión de una situación de por sí muy delicada. Los seguros de vida son un producto financiero en crecimiento, con más de 1.740 millones de euros cobrados por más de 55.000 familias tan sólo en 2013, último año del que existen datos disponibles.
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