Contratar un seguro de vida es probablemente una de las decisiones financieras más importantes de nuestra vida, en términos de cobertura, inversión y del impacto que tendrá en nuestras vidas y en las de nuestros seres queridos. Por ello, no es una decisión que deba tomarse a la ligera. Estos son tres de los errores más corrientes a evitar que los asegurados suelen cometer a la hora de contratar sus pólizas.
No revisar las condiciones cada dos o tres años
Nuestras vidas cambian y por tanto, también nuestras necesidades. O tal vez las de nuestra póliza. Nuevos trabajos, estilos de vida, hechos vitales o decisiones personales pueden haber dejado nuestra póliza obsoleta o incompleta de cara a su propósito original. No es necesario cambiar de póliza cada año, pero sí tener en mente y releer los términos del contrato cada dos o tres años para plantearse si se sigue ajustando de forma satisfactoria a nuestra vida.
No comparar ofertas
Distintas aseguradoras tienen distintos criterios para determinar qué clientes tienen mayores riesgos de lo normal. A éstos se les denomina sub-estándar, caer en esta categoría supone pagar primas más altas. Es importante fijarse no sólo en la cantidad final a recibir, sino en las distintas ventajas que cada oferta nos puede ofrecer. Así, algunas ofertas se ajustan mejor a un tipo determinado de familia o estilo de vida que otras.
Designar beneficiarios inadecuados
Es más frecuente de lo que uno se imagina, pero al igual que nuestra vida cambia, también lo hace la de los beneficiarios. Nuestros ex-esposos pueden seguir a nombre de nuestra póliza si no la revisamos, o debido al nacimiento de un nuevo hijo podemos preferir cambiar al beneficiario de ésta. Por otra parte, tal vez nombrar a un menor como beneficiario de una gran cantidad de dinero no sea la mejor opción y queramos plantearnos fórmulas alternativas para que pueda recibir el dinero de forma gradual o cuando alcance una cierta edad.
Vía | Daily Finance
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