null El abordaje de la salud mental: una prioridad en materia de derechos humanos

La celebración del Día Mundial de la Salud Mental es una iniciativa de la Federación Mundial de la Salud Mental (WFMH, en sus siglas en inglés) que se celebra en más de 100 países. Si bien es una realidad que siempre ha acompañado a todas las sociedades y naciones, es también verdad que en nuestros tiempos ha cobrado especial actualidad y presencia, convirtiéndose en una de las grandes epidemias que amenazan a personas, familias y pueblos. Dar una respuesta justa y novedosa es el reto.

Con este espíritu España también se suma a esta jornada internacional. El lema de este año en nuestro país, impulsado por la Confederación Salud Mental España, es “Trabajar sin máscaras. Emplear sin barreras”. Se ha querido así hacer especial hincapié en la necesidad de romper las barreras que impiden la empleabilidad de las personas con un problema de salud mental.

Una epidemia mundial

Pero más allá de nuestras fronteras el problema adquiere dimensiones difícilmente medibles. La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que 450 millones de personas en el mundo están afectadas por problemas mentales, neurológicos o conductuales y que 873.000 personas se suicidan cada año. En su Plan de Acción sobre Salud Mental 2013-2020 se hace eco del impacto de la problemática a nivel mundial.

El malestar mental constituye una verdadera emergencia socio-sanitaria: el 25% de los países no tiene una legislación en materia, el 41% no tiene una política definida para la salud mental, en más del 25% de los centros sanitarios los enfermos no tienen acceso a los fármacos psiquiátricos esenciales, el 70% de la población dispone de menos de un psiquiatra por 100.000 personas.

Los trastornos mentales afectan con mayor frecuencia a las poblaciones desfavorecidas desde el punto de vista intelectual, cultural y económico. Millones de personas se enfrentan a las consecuencias de una escasa alimentación, de conflictos armados, así como catástrofes naturales con su pesada carga de morbilidad y mortalidad. Estos escenarios tienen una repercusión inmediata en su salud mental, en muchos casos debilitada desde su infancia y difícilmente recuperable.

Un botón de muestra es el reciente informe de Save the Children alertando sobre el daño, que podría convertirse en irreversible, que sufren los niños tras seis años de guerra en Siria. Estaríamos hablando de la pérdida de salud de toda una generación. Situaciones análogas se repiten a lo largo de todo el mundo.

Medidas universales

Todos los países coinciden en la necesidad de tres líneas de acción:

  1. La identificación y especial vigilancia de colectivos y poblaciones que requieren protocolos de atención urgente
  2. Sin ninguna duda, la detección precoz de las enfermedades
  3. Garantizar un sistema sanitario de atención integral a pacientes y su entorno inmediato
  4. Promover la difusión de una verdadera educación para la salud, fundamentalmente en materia de consumo de drogas y alcohol, así como la promoción de modelos sociales, familiares y laborales de vida que garanticen el crecimiento e integración de todos los individuos.

El objetivo es ambicioso: eliminar el sufrimiento y la marginación de los ciudadanos que padecen este tipo de enfermedades.

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