El esperado apoyo a la promoción de los sistemas complementarios de previsión social, en especial a los planes de pensiones privados, por parte del Gobierno parece estar deshaciéndose como un azucarillo en el café. En los últimos seis meses se han ido difuminando medidas que se apuntaban en un futuro próximo y que parece, finalmente, no verán la luz. Se hablaba de dar un impulso a los planes de pensiones de empleo, de reforzar sus beneficios fiscales y de un largo etcétera de medidas que, no sólo no hay visos de que se apliquen, sino que las que se apuntan en el horizonte caminan en el sentido opuesto.
España es un país poco dado al ahorro financiero a través de estos instrumentos y sin el apoyo del Estado poco puede hacerse en la necesaria tarea de concienciación social para poner solución al problema de sostenibilidad del sistema de pensiones que desde hace años apuntan de las proyecciones demográficas.
La decisión de hacer que la retribución en especie -entre ellos los planes de pensiones de empleo- comenzará a tributar adoptada con nocturnidad en los últimos días de 2013, el anuncio de reducción de los límites de aportación que se beneficiarán fiscalmente a partir de 2015 y la reciente decisión del Tribunal Constitucional, que acaba con algunas de las principales ventajas de las EPSV (los sistemas de pensiones privadas en el País Vasco) están socavando a estos vehículos de ahorro a largo plazo.
La única nota positiva para la esperanza son las declaraciones del ministro de Hacienda en la que asegura que aún no está cerrada definitiva la reforma y que el trámite abierto es de consulta pública. Toca esperar para saber si finalmente se hará una apuesta firme o nuevamente estaremos ante un farol.
Vía| Expansión
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