A pesar de la regla de oro de las finanzas de jamás endeudarse para pagar una deuda, el pago de la declaración de la renta bien puede ser la excepción que la confirme. Por un lado, es un gasto que, de alguna forma podemos intuir y preparar. Por el otro, no es un endeudamiento voluntario, sino una necesidad que, a veces, puede sorprendernos con un borrador de la declaración particularmente adverso para nuestras finanzas.
Ante una declaración a pagar que nos coja en mal momento, son varias las opciones. Por un lado, el Estado nos da la opción de o bien fraccionar o bien diferir el pago a Hacienda. Por el otro, podemos recurrir a la iniciativa privada y solicitar en varias entidades bancarias un préstamo específico para pagarle al fisco.
Este tipo de préstamos suelen ser una atención extra que la entidad bancaria ofrece a sus clientes, por lo que suelen comportar una cierta vinculación al banco. Aunque la mayoría de los préstamos diseñados para financiar el pago del impuesto de la Renta o adelantar la devolución se publicita con un TIN (Tipo de Interés Nominal) del 0%, las comisiones que se aplican hacen que el interés real que el consumidor tendrá que abonar pueda llegar a alcanzar un TAE (Tasa Anual Equivalente) de hasta el 25%.Lo que haría que nuestra deuda inicial ascendiese de forma considerable.
También se puede contemplar otra opción interesante: en caso de anticipar que la declaración nos salga a devolver podemos acudir a los préstamos de anticipo de la devolución. Estos productos suelen cobrar un interés medio del 2% TIN. Existen algunas entidades que comercializan con un interés del 0% TIN. Aunque todas ellas cobran comisión de apertura o gestión, un cargo que oscila entre el 1% y el 3%.
No obstante, aunque recurrir a estos préstamos puede sernos de ayuda en un momento delicado, tenemos que ser conscientes de que el pago inicial que teníamos que hacer a Hacienda, aumentará con esta opción.
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