Ahorrar, por las razones que sea, no debe ser un sacrificio. Es cierto que es recomendable tener al menos dos o tres mensualidades a mano para reaccionar en caso de emergencia, pero mucho más importante es desarrollar un estilo de vida y los hábitos mentales que nos permitan ahorrar, no sólo para emergencias o jubilación, sino para cualquier meta que nos propongamos. De ahí la importancia de cambiar nuestra relación con el dinero.
Lo más importante es que aprendamos a no contemplar las decisiones financieras diarias (sin importar el tamaño) en las que optamos por no gastar como una renuncia, sino como un paso más hacia una meta que nos hemos marcado. Esta meta puede ser temporal, pero lo más importante es que esté relacionada con el compromiso con llevar un estilo de vida ahorrativo. Esto no quiere decir que sea necesariamente frugal (lo que tampoco es malo), sino compatible con nuestra elección de ahorrar. De lo contrario, la analogía de las dietas para perder peso resulta perfecta: hacemos un gran sacrificio privándonos de comer lo que nos gustaría, perdemos peso y volvemos al mismo estilo de vida que terminará por consumir nuestros ahorros una vez más.
En este sentido, razonar e interiorizar los siguientes hábitos mentales nos puede resultar de gran ayuda:
- ¿Realmente lo necesito?: Plantearnos si el gasto que vamos a hacer realmente va a suponer una mejora en nuestra calidad de vida o simplemente es un gasto prescindible más.
- Hacer un presupuesto: Sentarnos con papel y boli y anotar de forma realista los gastos que tenemos y estamos dispuestos a asumir y aquellos que, en realidad, podemos recortar.
- Calcular los gastos imprevistos previsibles: Un café más, una chocolatina al salir del trabajo u otra cerveza con los amigos. Pequeños gastos diarios que ni siquiera pensamos, pero que sumados al final del día nos pueden hacer replantearnos si no sería más práctico destinar ese dinero al ahorro u otros fines.
- Revisar los gastos regulares: Suscripciones que apenas tenemos tiempo de disfrutar o contratos por un servicio que no se ajusta a nuestras necesidades son algunos ejemplos de gastos regulares que pueden terminar drenando nuestra economía al cabo del año.
Como experimento, podemos proponernos pasar un día normal sin gastar un euro, reemplazando los gastos habituales (como el almuerzo) con los recursos que tenemos en casa. Durante el día, anotamos los gastos que habríamos hecho y calculamos el total por la noche. Esa es la cantidad que hemos ahorrado ese día. Ahora, simplemente queda multiplicar para obtener el dinero extra del que podríamos disponer cada mes si realmente estuviéramos dispuestos a cambiar nuestro estilo de vida.
Además de todas estas recomendaciones, existen productos que nos ayudarán a ahorrar más a largo plazo, dependiendo de nuestras necesidades. Si estás pensando en buscar un producto de ahorro ideal para tí, te invitamos a echar un vistazo a nuestras soluciones de ahorro.
Vía | Saving Advice
Escribe un comentario
Tu comentario será revisado por nuestros editores antes de ser publicado. Tu email nunca será publicado.