En este mundo cada vez más globalizado y tecnificado, en el que la tecnología va ganando peso a pasos agigantados, surgen de vez en cuando historias que sirven para que reflexionemos y plantemos pie a tierra para 'tocar' la realidad de un modo tangible. Es el caso del enorme ruido que ha generado la iniciativa de Carlos San Juan, un médico jubilado que ha puesto en marcha una campaña para reclamar a las entidades bancarias la atención y el trato que precisan las personas de más edad, a las que la digitalización está dejando completamente aisladas en la relación con un servicio fundamental en su día a día. San Juan ha conseguido recopilar más de medio millón de firmas con este objetivo, pero sobre todo ha logrado elevar al debate público el abandono que nuestros mayores sufren cada vez más y en distintos ámbitos. Este 'maltrato' al que se está sometiendo a un colectivo tan importante socialmente, ya se ha visto en otros momentos, como en la etapa más dura de la pandemia, momento en el que las residencias de mayores fueron las grandes olvidadas.
En el caso que nos ocupa, el de la atención bancaria a mayores, no deja de llamar a atención que una persona jubilada haya sido capaz, apoyándose precisamente en la tecnología (la iniciativa surgió a través de change.org) para 'sacar los colores' al poderoso sector bancario y por ende a la Administración del Estado que tampoco en este caso había marcado una reglas claras (y esa es su función) para que un proceso de digitalización tan brutal e inexorable no pasara por encima de este grupo social.
Más allá de las simpatías generalizadas que pueda generar, la iniciativa esconde otra realidad también brutal, pero en este caso con una componente absolutamente negativa del término. Y es que asistimos a una dejación de la sociedad civil o, lo que puede ser más peligroso, a la inexistencia de la misma. Sin restar mérito a lo ‘conseguido’ por este jubilado, surge una pregunta, ¿no hay en España asociaciones de mayores que podría haber canalizado (hace ya años) esta u otras justas reclamaciones? Y si lo han hecho, es evidente que sin la repercusión y los resultados esperados y, por tanto, demostrando una ausencia absoluta de poder para intervenir o motivar cambios en cuestiones tan trascendentes para el bienestar de la ciudadanía. Que sea la iniciativa individual quien canalice necesidades de conjunto solo puede significar que nuestra fuerza como sociedad civil es intranscendente. La sociedad civil, que debe servir de contrapeso a otros poderes como el político o el de grandes empresas o sindicatos, se muestra anulada, presa de un letargo que supone una malísima noticia para nuestra salud como Sociedad.
Fernando Rodrigo
18-feb-2022
Totalmente de acuerdo,es muy significativo que esta “tormenta” haya sido empresa de un ciudadano y no de la sociedad civil con sus muchas instituciones y asociaciones que en pura lógica deberían haber levantado la voz en defensa de un colectivo cada vez más numeroso y cualitativamente cada vez más importante por su peso y valor.
Grupo PSN
21-feb-2022
Muchas gracias por su comentario, Fernando. Efectivamente, resulta preocupante la desprotección a la que en muchos casos se enfrentan las personas mayores. Un saludo.
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