Luis A. Seco, experto en Inteligencia Artificial: “La IA puede ser una oportunidad para recuperar la humanización”

El economista y matemático español Luis A. Seco es el nuevo asesor estratégico de PSN en materia de Inteligencia Artificial y sostenibilidad. El profesor, director del Programa de Finanzas Matemáticas de la Universidad de Toronto, del centro de desarrollo sostenible del Instituto Fields y asimismo de RiskLab ─laboratorio global que realiza investigaciones en gestión de riesgos financieros─, colabora con la Mutua en la integración de nuevas tecnologías y criterios ESG. En esta entrevista reflexiona sobre el impacto de la IA, la ética tecnológica, el cambio climático y el papel de las personas en un mundo acelerado por la innovación.

 

Pregunta – ¿Cuál es el propósito de la colaboración con PSN?

Respuesta - El objetivo es muy claro: ayudar a PSN a aprovechar las ventajas de la inteligencia artificial y los criterios de sostenibilidad. Ambas cosas están llamadas a transformar la forma en que trabajamos, tomamos decisiones e invertimos. La inteligencia artificial es un instrumento extraordinario para mejorar la eficiencia y la precisión, mientras que la sostenibilidad, bien entendida, significa usar mejor los recursos y cuidar de las personas. Queremos que PSN sea una organización moderna, sólida y humana, preparada para el futuro.

P – ¿Cómo ve el papel de las personas en un entorno dominado por la inteligencia artificial?

R - Las personas siguen siendo el centro, lo que cambia son las herramientas. Cuando yo estudiaba llegaron las hojas de cálculo y muchos pensaron que ya no habría trabajo para los economistas. Lo que pasó fue justo lo contrario, que nos hicieron más potentes, y creo que con la IA ocurre lo mismo. No sustituye a las personas, las amplifica. El verdadero riesgo no es la tecnología, sino ignorarla, porque hay dos formas de enfrentarse a la IA: abrazarla y crecer con ella, o resistirse y quedarse atrás. PSN ha elegido la primera, y eso la fortalece.

P – Usted habla a menudo de una “ventaja competitiva” ligada a la inteligencia artificial. ¿A qué se refiere?

R - Hasta hace muy poco, las decisiones de inversión se basaban en dos tipos de información: por un lado, la numérica, que los ordenadores procesaban bien, y por otro, la contextual o analógica, que solo las personas podían interpretar. Hoy, gracias a la inteligencia artificial, también podemos digitalizar lo analógico: procesar texto, noticias, informes o comentarios con la misma velocidad que una hoja de cálculo. Eso cambia completamente las reglas del juego, ya que podemos anticipar escenarios y tomar decisiones más inteligentes y rápidas. Quien sepa incorporar esa capacidad tendrá una ventaja similar a la que tuvo el atleta que empezó a saltar de espaldas: cambiar la disciplina completamente.

 

“La inteligencia artificial es la oportunidad de recuperar nuestra brújula ética y devolver al humanismo el papel que perdió en el siglo XX”

 

P – ¿Hasta qué punto la velocidad de cálculo es determinante en este cambio?

R - Es la clave de todo. Desde los años 70, la capacidad de cálculo se ha multiplicado por más de 400.000, lo que ha permitido el auge de la IA. Lo que viene ahora, con la computación cuántica y fotónica, puede ser un salto aún mayor: pasaremos de movernos en coche a volar en avión, por hacer un símil. Todavía es ciencia en desarrollo, pero su potencial es enorme. Además, como todo avance, tiene una dimensión ética: si cae en manos equivocadas, los riesgos también crecen. Por eso hay que insistir en la responsabilidad y el control humano.

 

 

P – En sus intervenciones también suele mencionar la necesidad de un “nuevo humanismo”. ¿Cómo podemos trasponerlo a este contexto?

R - La tecnología debe estar al servicio del ser humano, no al revés. Durante el siglo XX vivimos una etapa de deshumanización, en la que se perdió un poco la brújula. La inteligencia artificial puede ser una oportunidad para recuperarla, para volver a poner al ser humano en el centro, pero eso exige un debate social y ético profundo. Tenemos que preguntarnos qué queremos hacer con estas herramientas, igual que la aparición de la imprenta pudo dar lugar a la Ilustración. Las sociedades que sepan organizar ese debate serán las que salgan más fuertes de esta transformación.

P - ¿En qué medida está transformando esta evolución tecnológica el mercado laboral tal y como lo conocemos?

R - Para darnos cuenta de la velocidad de los cambios, pensemos en un dato. Estamos en 2025 y el 80% de los empleos que se desarrollarán en 2040 aún no existen. Eso significa que la mayoría de los trabajos que llevamos a cabo hoy en día no existirán en breve o no tendrán que ser realizados por una persona. Esto, unido a la cada día mayor longevidad de las personas, nos está permitiendo como en ninguna otra época percibir los cambios en su verdadera velocidad, sin necesidad de esa perspectiva de décadas o incluso siglos que antes era necesaria.

 

“La dirección hacia la sostenibilidad es irreversible: si la IA nos ayuda a entender mejor el mundo, la sostenibilidad nos ayuda a preservarlo”

 

P – ¿Y cómo encaja el cambio climático en esta visión del futuro?

R - El cambio climático es el gran ejemplo de cómo la ciencia y la responsabilidad deben ir de la mano. Los Acuerdos de París no son una ideología, son física básica. El efecto invernadero es tan real como el hecho de que un microondas calienta el agua. Sabemos que hay incertidumbre sobre los efectos exactos, pero la probabilidad de riesgo es suficiente para actuar. Siempre pongo el mismo ejemplo: todos tenemos un seguro de incendios aunque no queramos que la casa se queme. Eso es lo que representan los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), una guía común hacia un mundo más eficiente, equilibrado y justo. Puede haber retrocesos o gobiernos que se retiren temporalmente, pero la dirección general es irreversible.

P – ¿Podemos decir que la inteligencia artificial y la sostenibilidad son, al final, dos caras de la misma moneda?

R - Absolutamente. Ambas buscan hacer más con menos: más conocimiento, eficiencia y bienestar con menos recursos. Si la IA nos ayuda a entender mejor el mundo, la sostenibilidad nos ayuda a preservarlo. La clave está en usarlas juntas y poner siempre a las personas en el centro.

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