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Los profesionales sanitarios ante una crisis humanitaria

Es precisamente ante emergencias como la terrible crisis humanitaria que está viviendo Europa con la avalancha de refugiados sirios y de otros países, que vienen huyendo de una guerra terrible, cuando el valor profesional del personal sanitario se pone más de relieve. Pues, al margen de las decisiones que tomen los gobiernos de turno, una realidad permanece obstinada: millones de personas necesitan atención médica urgente.

Como realizan ante cualquier emergencia, y en España a diario de cara a nuestro propio drama particular con los inmigrantes africanos, estos profesionales simplemente no pueden decir que no a cualquier ser humano en situación de necesidad. El profesional sanitario está movilizado a menudo las 24 horas al día para atender a hombres, mujeres y niños que llegan a nuestras costas en una situación de gran necesidad.

En viajes tan arriesgados como los que estas personas llevan a cabo, no es infrecuente que lleguen a nuestras costas arrastrando heridas que se hayan hecho por el camino; males que hayan contraído por una mala alimentación en un viaje que puede durar meses; sarampión o afecciones respiratorias derivadas del hacinamiento, haber pasado demasiadas noches al raso y con una vestimenta inadecuada; o enfermedades endémicas en sus zonas de procedencia o que hayan atravesado, como el paludismo. A esto, tenemos que añadirle los riesgos de haber contraído cualquier otro tipo de infección derivada de agresiones que hayan podido sufrir, también de tipo sexual.

Imaginemos por un momento cómo se agravaría el inmenso drama humano que estamos contemplando sin la presencia y la labor, a menudo desinteresada, de cientos de miles de profesionales sanitarios a lo largo de toda Europa. Es su deontología profesional y profundo sentido del deber cuando deciden aportar su conocimiento al servicio de cualquier ser humano, sean quienes sean, la mejor primera línea de humanidad que Europa ofrece a quienes huyen del horror y buscan socorro en el continente.

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