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La salud de los cuidadores: el estrés

Para de cuidar bien de otros, tenemos que, en primer lugar, ser capaces de cuidar de nosotros mismos. Pero tener a una persona dependiente a cargo de uno conlleva mucho más de lo que los propios cuidadores a menudo están dispuestos a reconocer. Al dolor de ver a una persona, generalmente cercana, en una situación dura se añade la circunstancia de ser un trabajo sin horarios ni horas extra, tan absorbente como uno convencional y, desgraciadamente, poco reconocido. Todo esto pone a los cuidadores en riesgo de descuidar su propio proyecto vital y desarrollar síntomas de estrés continuado. Esto se conoce como el síndrome del cuidador.

Se caracteriza por el abandono progresivo de los cuidadores de su propia vida personal y la frustración que esto conlleva. Durante las 24 horas del día, las necesidades de la persona dependiente siempre son lo primero y es fácil caer en la sensación de que uno no tiene derecho a tomarse su propio tiempo. Sin embargo, nada está más alejado de la realidad: es imposible cuidar bien a nadie si uno no puede distraerse y llevar una vida satisfactoria.

Los indicadores más corrientes de que un cuidador está en riesgo suelen estar relacionados con la exposición continuada a una situación estresante (y ser responsable de que otra persona pueda hacer su vida lo es): trastornos del sueño, depresión, trastornos cardiovasculares, trastornos psicosomáticos (dolores de estómago, de cabeza, palpitaciones, vértigo, alergias, etc.)… que pueden derivar en sentimientos de irritación hacia la persona bajo nuestro cargo.

Si notamos que atender a un dependiente se está convirtiendo en una carga demasiado pesada en nuestra vida, nos sentimos agobiados e incluso nos sorprendemos abrigando resentimiento hacia la persona a nuestro cargo, es el momento de pedir ayuda a familiares, amigos y, sobre todo, a profesionales. Aunque, en un comienzo, sólo sea ayuda práctica para, por ejemplo, atender la casa, será valioso pues liberará tiempo para que el cuidador atienda su vida personal.

Llevar un diario es una herramienta muy útil. Nos permite tener una visión general en el tiempo sobre cómo nos sentimos y detectar emociones de las que, tal vez, no nos habíamos dado cuenta. Ser capaz de poner en palabras nuestros sentimientos es el primer paso para de entenderlos y mejorarlos. En este sentido, hablar con un profesional, un trabajador social o un buen amigo también ayuda a dar los primeros pasos. Buscar grupos de apoyo sería otra posibilidad.

Tomarse tiempo personal es el paso siguiente. Tenemos que asumir que nuestra vida también tiene que continuar. De lo contrario, no seremos capaces ni de mantener un cuidado agradable ni de ser felices. Hacer ejercicio ayuda mucho a combatir el estrés y es una buena forma mejorar el bienestar general.

Vía | Psiquia

Foto | Imagen: Downsviewservices.com

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