Qué hacer con las pensiones es uno de los interrogantes más urgentes a los que nuestro país debe dar respuesta. La baja natalidad aparejada a las mejoras en los sistemas de salud y a los cambios en los ciclos migratorios han llevado a buena parte de los países europeos con un sistema de pensiones público fuerte a llevar a cabo profundas reformas para hacerlo viable a largo plazo.
Con varios años de retraso y un sistema de pensiones en números rojos desde 2010, las primeras medidas aprobadas por el Gobierno a instancias de la Unión Europea cambiarán el procedimiento para el cálculo de las pensiones a partir de 2014, ligándolo a la inflación y al estado de la Seguridad Social. Añaden también al cómputo los cambios en la esperanza de vida. Esto ha sido denominado factor de sostenibilidad. En consecuencia, todo apunta a que las pensiones futuras serán de menor cuantía y acceder a ellas será más difícil.
Lo cierto es que, por doloroso que resulte, la evolución demográfica española, que prevé fuertes reducciones de población de continuar la situación actual, fuerza este tipo de soluciones. A medida que los miembros de la explosión demográfica de los años ’70 alcancen edades de jubilación habiendo tenido, como parece ser el caso, pocos hijos, nos encontraremos en 2030 con una proporción de pensionistas por cada cien trabajadores de casi 51, en comparación con la actual de 21.
Las soluciones, varias de ellas aplicadas con éxito en países como Suecia, Francia o Alemania, con sistemas de pensiones bastante generosos, incluyen retrasos adicionales en la edad de jubilación (preferiblemente aparejados a la evolución de la esperanza de vida), medidas de estímulo de la natalidad o la adopción de un sistema mixto de capitalizacióny reparto que pueda añadir fuentes de ingreso privadas para complementar las pensiones.
La mejor solución de todas es, efectivamente, el incremento de la natalidad. No sólo por las aportaciones que los futuros trabajadores realicen al sistema de pensiones, sino también por el refuerzo de la red de protección de las familias que tanto está contribuyendo a resistir la crisis. Precisamente la dificultad para el acceso a la vivienda es una de las causas principales de la baja natalidad española. La causa de una crisis bien podría ser la solución de otra.
Vía | El analista de Sintetia
Escribe un comentario
Tu comentario será revisado por nuestros editores antes de ser publicado. Tu email nunca será publicado.