El incremento de la longevidad y el reto que supone para las aseguradoras fue el tema del que se hizo eco el diario económico Cinco Días en un reportaje titulado “El seguro ya piensa en pagar pensiones hasta los 150 años”.
Aunque pueda parecer un tope de edad algo descabellado, parece ser que no estamos tan lejos de llegar a cumplir el siglo y medio: según el gerontólogo Aubrey de Grey, ya está en el mundo la primera persona que llegará a cumplir los 150 años, probablemente, en Japón, Nueva Zelanda o España. Este erudito va mucho más allá: según su teoría, en las dos próximas décadas nacerá el primer humano que alcanzará los 1.000 años de edad.
Dejando de lado las predicciones más o menos creíbles, lo que es una realidad es el aumento constante de la esperanza de vida. En la propia información de Cinco Días se explica que “si un bebé al nacer tiene una esperanza de vida de 79 años, al llegar a esa edad, su esperanza sería de 96 años”.
Este hecho pone a prueba tanto a las economías estatales en lo que respecta a prestaciones sociales como las pensiones, como, en el ámbito privado, a las compañías aseguradoras, particularmente en lo que afecta a los productos de rentas vitalicias.
El reto que supone a las empresas de seguros este aumento de la longevidad se fundamenta en los compromisos de pago adquiridos con sus clientes, que, al contratar productos que luego les supondrán una renta para toda la vida, obtendrán más dinero al alcanzar edades más elevadas. Por este motivo, las aseguradoras asumen un riesgo cada vez mayor.
Con el objetivo de afrontarlo, los cálculos que elaboran las compañías para determinar las primas de seguro se fundamentan en tablas de mortalidad. Desde hace algún tiempo, parte del sector en España utiliza tablas de mortalidad de experiencia suiza, que contemplan una edad de 125 años. No obstante, este incremento constante de la longevidad, tal y como rezaba el titular de Cinco Días, hace que realmente se está considerando llegar a acudir a tablas que alcancen los 150 años de edad.
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