Las noticias sobre la reforma de las pensiones junto a la opinión de los expertos, nos dejan cada vez más claro que el Estado difícilmente podrá garantizar unas pensiones que nos permitan mantener nuestro nivel de vida tras la jubilación. La previsión complementaria, más que nunca, es una necesidad si queremos mantener un cierto nivel de ingresos más allá de nuestra vida laboral. De ahí la importancia de los instrumentos de ahorro privado que garantizan el futuro: planes de pensiones, de previsión asegurados, PIAS (Planes Individuales de Ahorro Sistemático) y seguros de jubilación.
Además, el devenir de la situación económica y los famosos recortes complican aún más la situación, como está sucediendo con las condiciones de jubilación de los médicos. Si antes este colectivo podía optar por continuar trabajando más allá de los 65 años, hoy prolongar el ejercicio de la profesión no es posible en algunas regiones que han implantado la jubilación forzosa a los 65.
El nuevo Decreto-Ley de medidas para favorecer la continuidad de la vida laboral de los trabajadores de mayor edad, y promover el envejecimiento activo, se ha presentado como una normativa que permite compatibilizar pensión pública y ejercicio privado a sectores que antes no contaban con esta posibilidad. Sin embargo, los colectivos que ya disfrutaban de esta compatibilidad, como los médicos, han visto mermadas sus ventajas.
El principal motivo es la reducción de la cuantía de la pensión hasta el 50%, independientemente de que el profesional trabaje a jornada completa o no. Este hecho, que supone un importante ahorro para las arcas de la Seguridad Social, viene a mermar el ya de por sí afectado nivel adquisitivo del trabajador al llegar a esta etapa: la estrategia de ejercer durante unos años más para complementar la pensión reduce su efectividad ante estos cambios normativos. Son varias las comunidades autónomas que han jubilado por sorpresa a profesionales de la Medicina que habían solicitado prorrogar su vida laboral hasta los 70 años.
Ante este contexto se hace más necesario que nunca anticipar el ahorro y no concentrándolo únicamente al final de la etapa laboral. Los planes de pensiones o de previsión asegurados son las mejores herramientas para complementar la prestación pública que, además, pueden rescatarse también, aunque aquella se compatibilice con la continuidad de la etapa laboral.
Sin embargo, al haberse producido este cambio normativo, un profesional que ya tuviera su futuro planificado y que esté cercano a la jubilación, puede encontrarse con esta nueva situación impuesta y sin tiempo de reacción. En este caso, resulta conveniente contar con otros instrumentos de ahorro adicionales para esa etapa previa al cobro íntegro de la pensión, que nos permitan mantener el nivel de ingresos deseados.
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