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La arquitectura de los centros sanitarios también puede ser curativa

Salvo en contadas ocasiones, como el nacimiento de un bebé, visitar un hospital no es una experiencia apetecible y muchas veces resulta atemorizante. Es obvio decir que este temor surge del principal motivo por el que se acude a un centro sanitario: los problemas de salud; pero, incluso asumiendo que es casi imposible ahuyentar por completo esa sensación, el siglo XXI ha traído consigo el auge de la 'arquitectura curativa', pensada para favorecer el bienestar de los pacientes y sus familias –sin olvidar a los profesionales sanitarios y no sanitarios de cada centro–, contribuir al éxito de la estrategia terapéutica y minimizar el impacto medioambiental del propio edificio y de la actividad que alberga.

Aunque despliega todo su potencial en clínicas y hospitales, la arquitectura curativa trasciende el ámbito sanitario y está presente en el diseño de espacios de trabajo, centros culturales, edificios administrativos, estaciones y aeropuertos. Parte de la idea de que el entorno influye sobre el estado de ánimo y las emociones, y se apoya en el uso de la luz natural, los colores alegres, la incorporación de la vegetación, el cuidado de la acústica y unos circuitos bien pensados y señalizados para generar ambientes más agradables, acogedores y tranquilizantes, pero también más saludables en sí mismos, ya que se aplican criterios de eficiencia energética y de reducción del impacto de la contaminación, tanto exterior como interior.

La historia de Maggie Keswick Jencks

En 2009, el estudio de Richard Rogers –también autor de la Terminal 4 del Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas– obtuvo el Premio Stirling del Real Instituto de Arquitectos Británicos por el Centro Maggie, anexo al Hospital de Charing Cross, en el oeste de Londres.

Estos centros comenzaron a gestarse en 1993, cuando la escritora y paisajista Maggie Keswick Jencks supo que su cáncer de mama había vuelto y, esta vez, estaba muy extendido. Le daban tres meses de vida. Gracias a un fármaco experimental, los tres meses se convirtieron en año y medio, que dedicó a trabajar con su marido, el arquitecto Charles Jencks, y con su equipo médico en la creación de un centro en el que los pacientes oncológicos y sus seres queridos pudiesen solucionar sus dudas, paliar sus temores, tener contacto con otros afectados, participar en talleres y, sobre todo, recibir un trato más humano.

Su querido proyecto se inauguró en Edimburgo en noviembre de 1996. Maggie no llegó a conocerlo, pero su legado ha permanecido. En la actualidad, la fundación que lleva su nombre cuenta con 19 sedes, casi todas en Reino Unido. Próximamente, el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona albergará el primer centro Maggie de Europa continental, diseñado por Benedetta Tagliabue.

La arquitectura curativa en España

Los hospitales españoles de reciente construcción han incorporado, en mayor o menor medida, este tipo de criterios, fuertemente instalados en el 'core' de los estudios de arquitectura más prestigiosos. Luis Vidal + Arquitectos (LVA), por ejemplo, ha inaugurado tres centros en la última década: el Hospital Infanta Leonor de Madrid; el Hospital Can Mises de Ibiza, European Property Award 2015 al mejor edificio de servicios públicos; y el Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo, premio al hospital del futuro en The Design & Health International Academy Awards 2012.

LVA señala la preocupación por el bienestar del usuario como eje de sus proyectos. En el caso de los tres hospitales, el punto de partida fue paliar la sensación de vulnerabilidad, estrés e indefensión que producen en los pacientes y sus allegados, pero también hacer frente a la ingente demanda energética de estos edificios.

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