El escritor, periodista y psicólogo estadounidense Daniel Goleman popularizó, ya en 1995, el concepto de “Inteligencia Emocional”. En su libro, titulado de la misma forma, explica cómo las emociones están diseñadas para guiarte en búsqueda de la felicidad. Igualmente, en su obra explica que la inteligencia emocional se puede desarrollar, dominando y controlando las emociones.
Fue tal la popularidad que llegó a alcanzar este concepto que, incluso en octubre de 1995, la revista Time le dedicó una portada. “No es tu cociente de inteligencia. No es ni siquiera un número. Sin embargo, la inteligencia emocional puede ser el mejor predictor del éxito en la vida, redefiniendo lo que significa ser listo”.
Inteligencia personal e interpersonal
La definición más clásica de inteligencia emocional hace referencia a la capacidad que tenemos para gestionar, comprender y manejar nuestras emociones. El fin perseguido es la mejoría en la calidad de nuestro estado mental. Ahora bien, en función de hacia quién vayan dirigidas esas emociones podemos hablar de inteligencia personal e interpersonal.
Si hablamos de la relación que tenemos con nosotros mismos, hablamos de inteligencia personal. Esta engloba conocerse a uno mismo, saber cuáles son sus fortalezas y debilidades y aprender a detectar los estados de ánimo, emociones e impulsos. Una vez que se haya tomado conciencia de uno mismo, podremos pasar a una segunda fase de autorregulación en la que aprendamos a controlar esas emociones e impulsos.
La inteligencia personal también engloba una competencia llamada “automotivación”. Esta, según el libro de Daniel Goleman, es la capacidad de búsqueda continua, relacionada con la propia curiosidad y las ganas de autoconocimiento. También incluye la consecución de objetivos, priorizando la búsqueda de soluciones frente a los problemas.
Por su parte, la inteligencia interpersonal determina el modo en que nos relacionamos con los otros. Este tipo de inteligencia engloba, por tanto, esa parte de las “relaciones sociales” que señalábamos anteriormente y es que el control de nuestras emociones también nos ayudará socialmente, huyendo de relaciones tóxicas y apostando por las positivas.
Con la inteligencia interpersonal desarrollaremos competencias tan avaladas no solo en el ámbito personal sino incluso en el profesional. Hablamos así de la empatía como la habilidad para entender las necesidades, sentimientos y problemas de los demás, respondiendo, en función de la situación, de una u otra manera. También hablamos de otras habilidades sociales que buscan persuadir e influenciar en los otros, a través del manejo de las relaciones.
¿Es posible desarrollar la inteligencia emocional?
Tras conocer qué es la inteligencia emocional, los tipos que engloba y, en general, los beneficios que nos puede generar en nuestras vidas, es hora de ponerla en práctica. A través de una serie de actividades y consejos podrás desarrollarla e ir mejorando tu inteligencia emocional cada día.
- No se trata de eliminar ciertas emociones como el enfado o la tristeza, sino aprender a detectarlas y saber cómo influyen en ti.
- Aprende a detectar el “dominó” de emociones que puede llegar una tras otra. Por ejemplo, cuando te sientes traicionado, vivirás episodios de enfado y tristeza por igual.
- Analiza no solo tu lenguaje verbal sino también corporal.
- Controla tu comportamiento frente a ciertas emociones. Es habitual que tras ciertos sentimientos nos persigan pensamientos que lo refuercen. Si bien, como indicábamos, no se trata de eliminar ese sentimiento, sino de ser consciente y aprender a actuar bajo ese control.
- Anotarlo todo en una especie de diario emocional. Escribir tus emociones según las vas sintiendo ayuda, no solo a tomar consciencia, sino también a reducir esa intensidad emocional.
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