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La formación de los médicos, garantía para los pacientes

La tributación o no de lo que se ha dado en denominar transferencias de valor (pagos de la industria farmacéutica a los médicos en concepto de inscripción en congresos, desplazamientos...) ha levantado una enorme polvareda. El Ministerio de Hacienda decidió hacer pasar por el Fisco esas aportaciones pero, ante la indignación del colectivo profesional, que reprocha al Estado su dejación en materia de formación facultativa, ha dado marcha atrás, decidiendo dejar sin efecto la medida. Queda ahora por saber si la decisión de que estos pagos no tributen será definitiva y no afectará a las aportaciones recibidas entre 2012 y 2016. El presidente de PSN, Miguel Carrero defendió en La Razón la pertinencia del modelo actual. Por su interés, reproducimos la tribuna.

“Intolerable ataque a un modelo de éxito”

En las últimas semanas ha sido mucho lo que se ha escrito sobre la decisión de los laboratorios de hacer públicos los pagos que realizan a médicos y sociedades científicas en concepto de formación. Se trata de una decisión muy esperada, sobre todo por la necesidad de transparencia que ponga fin a las muchas especulaciones, no siempre bienintencionadas, divulgadas sobre este tema. A colación de estas informaciones han surgido otras que apuntan a que el Ministerio de Hacienda ha puesto el foco en dicho pagos, para ver si existe la posibilidad de rascar aún más en los bolsillos de los profesionales sanitarios.

Llama poderosamente la atención que se ponga en riesgo, sin una alternativa que lo mejore, un modelo (el de la financiación de la formación sanitaria por parte de la industria sanitaria) gracias al que podemos presumir de contar con unos sanitarios de un nivel profesional muy avanzado. Es de una enorme hipocresía que la Administración pretenda ahora hacer negocio con lo que han percibido en los últimos años unos profesionales que, con harta frecuencia, han tenido que renunciar a vacaciones propias para asistir a foros en los que actualizarse con nuevos y necesarios conocimientos que los hacen mejores profesionales. Muy rara vez hablamos de pagos en efectivo, nos referimos al abono de viajes y estancias, muchas de ellas en el extranjero y, por tanto, costosas a las que difícilmente puede acudirse con los salarios que perciben del sistema sanitario público. Y digo público porque son inmensa mayoría los profesionales que gracias a esa financiación actualizan sus conocimientos y se capacitan para estar en disposición de prestar un mejor servicio a los ciudadanos.

No sé si Hacienda se ha parado a preguntar a los contribuyentes si les gustaría que les atendiera un médico que lleve 20 ó 30 años sin actualizar sus conocimientos. Y lo pregunto precisamente porque resulta otra paradoja el hecho de que la Administración Sanitaria, que emplea a miles de profesionales, no tenga siquiera un departamento de formación, o al menos no dotado de la necesaria suficiencia económica para garantizar que el nivel profesional de nuestros sanitarios avanza y no se estanca. Y es en este punto donde se percibe el gran valor, la gran labor de mecenazgo de la industria farmacéutica, que ha servido durante muchos años para suplir la ausencia de un programa público y su correspondiente dotación que contribuya a la evolución y transmisión necesaria del conocimiento, y a que ello tenga su reflejo en una atención al paciente cada día más profesional, satisfactoria y de calidad.

Sin duda, el compromiso ético y deontológico de los profesionales ha contribuido a mantener un colectivo sanitario con un elevado nivel formativo, porque para ellos la actualización y el aprendizaje constante es algo irrenunciable. Así, resulta aún más increíble que, cuando se hacen públicos los datos de lo altruistamente destinado por terceros a una formación de la que es beneficiaria toda la Sociedad (119 millones de euros en 2015, para más señas) salga a la palestra Hacienda para ver cómo puede esquilmar aún más al colectivo. Y, mientras tanto, nadie se pregunta por qué no hay un sistema público de formación, suficientemente dotado, que garantice que quien se pone frente al paciente, puede ofrecerle las mejores garantías.

Y, digo un sistema público de formación suficientemente dotado, porque no deja de ser sorprendente que a la formación en una sanidad de la que tanto presumimos no dediquemos unos recursos que sí se asignan a otras actividades de las que poco podemos presumir como es a cierto “mundo de la cultura”.

Desde el mundo sanitario solo me queda expresar un profundo agradecimiento a la Industria sanitaria, farmacéutica y técnica, por su contribución impagable al progreso de la sanidad, poniendo a disposición de los sanitarios poderosas armas en la secular lucha contra el sufrimiento y la enfermedad y, todavía más allá, el único medio de formación continua y de actualización verdaderamente valorable. Es mi opinión.

Miguel Carrero, Presidente de PSN

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