null Fomentar la natalidad para garantizar las pensiones

Fomentar la natalidad para garantizar las pensiones

Mucho se está hablando últimamente sobre la inevitable reforma del sistema de pensiones. El sistema público no es suficiente y rema hacia el acantilado de la desprotección y el desamparo. Las propuestas que hasta ahora se barajan para solventar este desaguisado están todas encaminadas a enmendar las grietas que salen al sistema sin llegar a abordar el problema desde la raíz.

Algunos expertos han alzado la voz y han puesto el acento en el verdadero origen de que el sistema público de pensiones no sea sostenible: la población envejece y la natalidad no se incrementa al mismo nivel. ¿Cuáles son por tanto las medidas que se deben abordar para solventar el problema? Todas aquellas que propicien el fomento de la natalidad.

De este modo, entre otras opciones, destaca la importancia, según señalan expertos, de favorecer lo máximo posible la conciliación de la vida laboral con la personal. Para ello, una de las cuestiones importantes es erradicar los horarios de trabajo partidos con mucho tiempo de descanso y que se prolongan hasta altas horas de la tarde. En esta cuestión, los países del norte de Europa nos llevan ventaja, sus horarios además de intensivos aprovechan las primeras horas de la mañana para disponer de la tarde libre para dedicarla a la familia. Este camino iniciado por algunos países es algo que se baraja en múltiples ocasiones pero que en ningún momento llega a cuajar. Así, algunos expertos opinan que equilibrando el tiempo dedicado al trabajo y a la vida fuera de él, se fomentaría la natalidad y con ello se equilibraría la pirámide poblacional. De este modo se consigue que la población rejuvenezca y el número de cotizantes supere al de los beneficiarios; por lo tanto, el sistema de pensiones será sostenible.

De otra parte, los expertos también creen importante la adecuación de los jóvenes al mercado laboral, tanto facilitando su acceso a la universidad como fomentando la formación profesional. La incorporación temprana de los jóvenes al mundo laboral no solo favorece al sistema de pensiones, sino también al propio individuo, que recorrerá antes el camino de los años cotizados.

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