Puede parecer de sentido común, pero dejar una cuenta bancaria sin atender nos puede deparar sorpresas desagradables en el futuro. Incluso el mero hecho de haber dejado la cuenta a cero o con un pequeño saldo, no garantiza que no genere comisiones que, con el paso del tiempo, puedan acumularse con otro tipo de recargos en una combinación perjudicial.
Más peligroso todavía puede resultar que se acumulen los recibos en esa misma cuenta y que el banco comience a devolverlos, pudiendo llegar a generar posiciones deudoras considerables, si, por ejemplo, nuestro banco acepta un pequeño margen de descubierto, pero, a la vez, carga una penalización por haber incurrido en ello. Existe también la posibilidad, si bien infrecuente en España, de que una antigua deuda reactive una cuenta que creíamos ya liquidada. EE.UU. y el Reino Unido encabezan la lista donde es posible contraer la conocida como deuda zombie, cuando una cuenta vuelve a la vida y comienza a devorarse a sí misma como deudora.
Para cancelar con seguridad una cuenta bancaria podemos comenzar asegurándonos en primer lugar de que cualquier producto vinculado a ésta ha sido cancelado o ha quedado desvinculado. Esto y la cancelación de cualquier pago o deuda puede hacerse con seguridad presentándonos en la sucursal bancaria. Una vez ahí, podremos firmar la liquidación de la cuenta y, a fin de obtener mayores garantías para el futuro, podemos pedir un certificado que acredite que la cuenta ha sido efectivamente liquidada.
De modo que, si hemos concluido el trabajo para el que domiciliamos la cuenta, o cualquier otra razón para la existencia de una cuenta desaparece, es importante que nos aseguremos de que la cuenta ha sido cerrada definitivamente.
Vía | Financial Red
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