La reforma fiscal adelantada por el Ejecutivo, cuyo grueso de medidas entrará en vigor el próximo año, tiene como uno de sus puntos centrales el ahorro a largo plazo. Encontramos, en la propuesta del Ministerio de Hacienda, cuestiones positivas y otras que no lo son tanto. Se aprecia una intención por acabar con el castigo que ha sufrido el ahorro en los últimos años, con incrementos encadenados de la tributación de las rentas del ahorro, desde el 18% lineal de hace escasos 5 años, hasta el 27% que actualmente grava los rendimientos por encima de los 50.000 euros.
Se apuesta ahora por una moderación progresiva en el rendimiento percibido por los ahorradores y esto, sin duda, es positivo, porque incentiva la práctica. La idea es que la tributación quede ahora en el 20% para los 6.000 primeros euros, 22% para los rendimientos entre los 6.000 y los 50.000 euros y en el 24% para los mayores a esa cifra. El Gobierno quiere restar un punto porcentual más a cada tramo, pero eso ya con vistas a 2016.
Otra de las medidas anunciadas en el terreno del ahorro a largo plazo es la creación de un nuevo producto a través del que canalizar el ahorro finalista con interesantes ventajas fiscales y abriendo el abanico de productos que de ellas puedan beneficiarse. Podría considerarse otra política acertada, en tanto trata de fomentar el ahorro y esa conciencia debe ser eje central. Bastante menos positiva es la idea de reducir los límites a las aportaciones sujetas a deducción en el caso de los planes de pensiones. Esta limitación hace perder atractivo a un producto que para muchos profesionales supone una fórmula interesante para diferir el pago de impuestos ya que, de reducirse esos límites al en torno de los 6000 euros, que son las cifras que se manejan, lo serán en mucha menor medida.
Un último dato a tener en cuenta y que es posible pase desapercibido para muchos. En su mayor parte, los nuevos tramos del IRPF supondrán una rebaja en la tributación por las rentas del trabajo. Así aquellos que estén pensando en percibir su plan de pensiones deberían tener en cuenta esta circunstancia. Dado que al percibir la renta o el capital, éste tributa como si de rendimientos de trabajo se tratara, hay para quien no sería descabellado esperar unos meses y lograr así que el recibo impositivo sea menor.
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